Durante muchos años, a la hora del mediodía, era común pasar por las obras en construcción y quedar embelesados por el aroma a asado que salía desde su interior, un verdadero “perfume” gastronómico que nunca nadie pudo reproducir en su casa a la hora del asado familiar. ¿Cuál era el secreto? En realidad no es uno solo. Veamos
* El fuego: No se utiliza carbón sino de madera de encofrado y recortes sobrantes de los andamios; el pino normalmente usado en esta clase de tablas no da buena brasa pues dura poco pero da un excelente sabor.
* Para hacerlo más duradero otro secretito es agregarle algún trozo de quebracho o madera dura, pero esto no es esencial.
* La carne es especial?: Sí. Se trata de los cortes más baratos. En lugar de la tradicional tira se utiliza la sabrosa falda parrillera que se consigue en cualquier carnicería del país. De ahí, para arriba. Las carnes baratas no quiere decir carnes malas, por el contrario, son las de los animales mejor desarrollados.
*El asado de obra por lo general no incluye achuras, a lo sumo, chinchulines (por su costo), algún chorizo o morcilla.
* En “la obra” propiamente dicha, no hay demasiadas comodidades como para preparar ensaladas y el asado suele comerse sobre un trozo de pan ayudados por un filoso cuchillo y lo vegetal suele ser un tomate partido al medio. Cuando esto se traslada a la casa puede complementarse con verdaderas ensaladas.
* Otro punto que diferencia al asado de obra del doméstico es que, por razones obvias no incluye -al menos en los últimos- años al vino.
* Y la clave universal para todo asador: jamás encender el fuego ayudándose con combustibles como nafta, solvente, kerosén u otros explosivos porque... a la hora de comerlo, el asado habla.