Investigadores y serenos que desarrollan sus funciones en la zona de laboratorios del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, situados en el subsuelo del edificio, saben que están sujetos a vivir experiencias fuertes, difíciles de explicar, pero que inevitablemente se asocian con centenarios moradores de ese ámbito: los despojos de los miembros de comunidades indígenas aun depositados allí y que aparentemente "reclaman" a su modo por el tormento de estar insepultos lejos de su tierra.
La historia en torno a los extraños sucesos que se registran en ese subsuelo admite mucho de leyenda, aunque han sido muchos los vigiladores que cubren las guardias nocturnas en ese lugar que han manifestado la sensación de temor que los invade al percibir extrañas presencias.
El misterio en las catacumbas del museo suma anomalías tales como escritorios que aparecen desordenados, puertas que se traban solas o una letanía de voces en una lengua desconocida que impera en el silencio de los laboratorios cuando ya no tienen actividad.
Los casos, que según los memoriosos ocurren desde hace años, encuentran muy pocos testimonios con nombre y apellido para certificar el enigma que reside en los subsuelos del museo platense. Mucho más cerrada aún es la posición de los científicos que aunque hayan sido testigos de situaciones inquietantes, prefieren bajarle el precio a esos sucesos.
Los fantasmas del museo de La Plata fue un tema que por mucho tiempo estuvo vinculado con el cacique tehuelche Modesto Inacayal, el líder natural de una pequeña comunidad de indígenas a los que aparentemente el perito Francisco Moreno decidió rescatar, en 1886, de la desintegración cultural a la que habían sido condenados los pueblos originarios después de la Conquista del Desierto.
Despojos en exhibición