Si aquella autobiografía de Martin Amis (“Experiencia”) te aburrió de tanta obsesión que tenía el tipo con sus dientes, probá ahora con esta del máximo referente del soul vernáculo. Willy Crook hace gala de una escritura iluminada por el genio y musicalizada por la risa, donde atestigua sobre los momentos menos patéticos del rock argentino y sus protagonistas. Entre ellos, abundan recuerdos de los Abuelos de la Nada, de Sumo y de su propio grupo, los Funky Torinos. Se presenta a sí mismo como “un muchacho con una vida exótica y no muy recomendable”, nos pasea por su infancia en Villa Gesell y revela algunas de sus conquistas, su amor por los perros, las aventuras más tóxicas e insólitas por Europa, y encuentros cercanos con sus héroes privados, como James Brown. Willy Crook relata sus memorias de manera extravagante y con tal sentido del humor que difícilmente puedas parar de reírte. Su paso por los Redonditos de Ricota y su internación en el Borda, imperdibles.