Aunque Jorge Mangeri continuará detenido por ahora, su declaración testimonial no será tenida en cuenta y no podrá usarse como prueba. Por eso, la fiscal y los investigadores deben buscar otros elementos.
El portero Jorge Néstor Mangeri (45) va a seguir, por ahora, detenido. En la madrugada de ayer habló tanto como testigo que la fiscal María Paula Asaro, que investiga el horrendo crimen de Ángeles Rawson (16), lo frenó y suspendió la declaración porque se podía autoincriminar, lo que sería nulo para el proceso. Pero anoche, cuando fue llevado ya como acusado optó por no decir una palabra.
Más allá de la supuesta autoincriminación en el asesinato de la adolescente, esa declaración testimonial no será de ahora en más tenida en cuenta en la investigación, no podrán usarla como prueba, sea cierto o no. Por eso la fiscal y los sabuesos de la División Homicidios y de la comisaría 31 de la Policía Federal deberán buscar otros elementos. Esas evidencias, en gran medida, podrían surgir de los laboratorios criminalísticos.
Mangeri, según se pudo reconstruir, fue a trabajar el lunes en el edificio de Emilio Ravignani 2360. Eso, ciertamente, lo acerca a la presunta escena del crimen, si es que se tiene como verdadera la versión que indica que a la menor la mataron en ese lugar cuando regresó de su clase de gimnasia, poco después de las 10. Un portero vecino dijo que lo vio temprano en la vereda, antes de las ocho. También hay un video de una cámara que lo muestra realizando un movimiento sospechoso, pero no mucho más.
El encargado acusado, de acuerdo a la reconstrucción que se ha realizado, pidió licencia médica desde el martes, por estar atravesando un cuadro gripal. Es más, fue al médico, le hicieron placas y le recetaron medicamentos. Este último dato lo beneficiaría, pues no se puede "planear" una enfermedad con antelación a cometer un crimen para utilizarla como coartada. O al menos sería muy difícil.
Lo que lo comprometería, en cambio, serían los supuestos estigmas ungueales (lesiones de arañazos) que presentaría en ambos brazos. Diana, la esposa del encargado comentó ayer: "Mi esposo se lastimó los brazos cambiando el aceite del auto, porque es 'bruto' para trabajar". Dijo que esas heridas se las había provocado en su auto, el domingo. Un investigador, que sigue la hipótesis del portero, comentó en diálogo con DIARIO POPULAR que, en línea con esa posibilidad, incluso la esposa pudo haber sido engañada sobre las razones de esas marcas. Pero ¿son realmente estigmas ungueales o el portero dijo la verdad? Aún faltan peritajes médicos.
La otra prueba, que está en proceso, podría salir del trabajo que se está haciendo sobre el auto Renault Megane de Mangeri, que fue secuestrado anteanoche en la puerta del edificio de la calle Ravignani. De la alfombra del baúl del vehículo tomaron muestras para buscar perfil genético de la menor y, además, encontraron algunos cabellos que también serán sometidos a cotejos de ADN.
Si bien la fiscal Asaro ahora tiene como único detenido y acusado al portero Mangeri, los investigadores aún no descartan otras posibilidades o complicidades. Aunque, cabe aclarar, al comienzo de la causa hubo muchos datos confusos aportados por testigos, incluso familiares, varias de esas pistas equivocadas no habrían sido plantadas intencionalmente. Al menos eso es lo que se sospecha ahora.
A casi una semana del brutal crimen de Ángeles, aún quedan demasiados interrogantes para que la pesquisa se dé por concluida. Entre esas dudas se encuentra saber cómo llegó el cadáver de la menor al predio de la CEAMSE de José León Suárez. O sea, como pudo haber sido el trayecto desde el edificio al basural. Básicamente porque de ese lugar no lo sacaron con la basura de los departamentos, sería imposible, debido a que todas las noches las bolsas de consorcio son colocadas en la vereda, para que sean llevadas por los recolectores y, si en una de las bolsas hubiesen colocado el cuerpo de la menor, el empleado se hubiera percatado del contenido, por el lógico peso y la forma del envoltorio.
Suponiendo que, como se sospecha, cargó el cuerpo en el auto y lo llevó a un contenedor. ¿Lo hizo solo? ¿Dónde lo llevó? Y, fundamentalmente, ¿a qué hora?, más aún, teniendo en cuenta que la data de muerte, según los forenses, oscilaría entre las 11.30 y las 17.30 del lunes pasado. ¿Pudo haber dejado el cadáver en una bolsa en el edificio hasta la noche? ¿Nadie lo vio? ¿Lo ayudaron? Son demasiadas las preguntas que aún persisten.
Otro de los interrogantes, de los muchos que se mantienen en el expediente, está relacionado con el móvil del crimen. Ahí, de acuerdo a la opinión de especialistas, se podría estar frente a un crimen con connotación sexual, un posible intento de violación o abuso que terminó en homicidio. Pero, cabe destacarlo, todavía falta un largo camino por recorrer antes de que se pueda concluir sobre las motivaciones de tan brutal asesinato.
También, en cuanto a los elementos utilizados en el crimen, se trata de materiales que se encuentran en cualquier edificio. Un hilo sisal fue el usado para ahorcarla, con un hilo plástico blanco (del que se utiliza para atar cajas o bolsas) le ataron las piernas y le habían colocado una bolsa de supermercado en la cabeza, además de una bolsa doble de consorcio para transportarla.
En el edificio de la calle Ravignani hallaron esos elementos, los que ahora serán cotejados con los encontrados en el cadáver para determinar si pertenecen a la misma producción. Por ejemplo, un hilo sisal a la vista de un inexperto es igual a cualquier hilo sisal. Pero un especialista puede determinar por ciertas características y análisis de las fibras si un trozo en particular pertenece o no a la misma marca y cadena de producción de un rollo encontrado en otro lugar.
Por ahora la causa parece marchar hacia un posible esclarecimiento. Pero, es bueno aclararlo, sólo parece. El expediente Angeles puede esconder aún más sorpresas.