Con la decisión de Alberto Fernández de no intentar su reelección parece cerrarse un círculo que se comenzó a dibujar el 6 de diciembre pasado cuando Cristina Fernández expresó su voluntad de no figurar en ninguna boleta y que siguió el 26 de marzo cuando Mauricio Macri anunció que no se presentaría a competir.
Estos "renunciamientos", explicados por las bajas probabilidades de éxito más que por altruismo o generosidad política, señalan que el largo fenómeno estanflacionario que vive nuestro país liman el capital político de quienes ejercen el poder. Macri buscó su reelección y no la obtuvo y Alberto ni siquiera lo intenta. Eso dice mucho de las administraciones recientes del país. Los tres seguirán sin dudas perseverando en su vocación de protagonismo, pero con menos peso específico que en el pasado. Parece que el punto de equilibrio del sistema político se va alejando de ellos, lenta pero inexorablemente.
A partir ahora el Frente de Todos ingresa en un debate intenso para diseñar la estrategia de cara a las PASO: ¿lista de unidad o competencia?
Desde la vigencia de las primarias el peronismo nunca presentó en el segmento presidencial más de una boleta. De hecho, hay quienes creen que debe mantenerse esa costumbre, particularmente en una coyuntura por demás exigente. Otros sin embargo entienden que la participación de distintos candidatos puede darle volumen a la interna y engrosar los votos de la noche del 13 de agosto. Sin dudas tallarán con más fuerza al respecto las voces de CFK y Sergio Massa. Lo mismo corre también para la confección de las listas de diputados nacionales y otros cargos legislativos.
Como sucede con la economía donde los bienes son siempre escasos, los cargos que se disputan también. Cada sector parte de la premisa de conservar y/o aumentar lo que tiene y otros de aumentar su caudal. ¿Podrá resolverse en una mesa con el arbitraje de los más fuertes o se terminará decidiendo en las urnas?
Aun suponiendo que estos temas se resuelvan de modo más o menos armonioso habrá otra cuestión central a resolver: ¿con que discurso encarar la campaña cuando se convive con un presidente y una gestión en umbrales mínimos de aprobación? Conjugar la condición de oficialistas y opositores a la vez bajo el fuego cruzado de los adversarios será un auténtico reto para los especialistas en marketing electoral que asesoren al FdT.
Por su parte, Juntos por el Cambio se unificó rápidamente para señalar que la defección del primer mandatario es una prueba del fracaso de todo el frentetodismo. Al menos por unos días las internas que vienen protagonizando tendrán un descanso para aprovechar la ocasión de señalar las debilidades del oficialismo.
Luego seguirán con sus itinerarios observando la evolución de los que suceda con la competencia peronista-kirchnerista y también con la de Javier Milei. Este último disfruta la centralidad comunicacional de su persona y de su proyecto de dolarización alimentado por (y alimentando) la incertidumbre con el tipo de cambio fruto de la escasez de divisas y la abundancia de pesos.
Mientras tanto, el Consejo Superior del Partido Justicialista, en su reunión del viernes, tomó la "bajada" del presidente del partido y de la Nación con austeridad y una fría formalidad burocrática. Todos lucieron cumpliendo un trámite de compromiso y salvo mensajes aislados en las redes sociales, no prodigaron elogios ni resaltaron con loas el gesto del mandatario. Ya tienen la mente puesta en lo que vendrá, un futuro poblado de riesgos y una cancha inclinada.
Como una auténtica parábola, el presidente cierra su capítulo de un modo circular: comenzó en mayo de 2019 con la voz de CFK en un video en las redes presentándolo como candidato y concluye con otro video, ahora con su propia locución para anunciar que no se presentará. Casi un homenaje a Borges, que en "El sur", acaso su cuento más logrado, expresaba: "a la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos".
Gustavo Marangoni es politólogo