La extensión del Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio hasta casi las fiestas de fin de año fue un mero trámite eclipsado por una previa que dejará secuelas serias, sino a nivel contagios por lo del jueves, en el imaginario colectivo del autocontrol. En el Congreso, el kirchnerismo siguió avanzando con sus premisas.

Sonó curioso cuando al anunciar la extensión del DISPO hasta el 20 de diciembre, el Presidente recomendara a los argentinos "cuidarse". Es que todavía estaban frescas las imágenes del día anterior, cuando miles de personas aparecieron abarrotadas, sin barbijo, ni la menor precaución epidemiológica en el multitudinario velatorio organizado precisamente por el gobierno nacional para despedir al ídolo Diego Armando Maradona. Fue conveniente entonces que al día siguiente del aquelarre en la Ciudad, Alberto Fernández retomara las actividades para refrescarle al país que si bien los contagios han disminuido de manera notoria -no así los muertos diarios- todavía estamos en pandemia.

Así y todo, será difícil que la gente vuelva a recuperar la disciplina impuesta durante la cuarentena. Muchos incluso han dejado desde esta semana de usar el tapabocas que se ha revelado como uno de los elementos de prevención del coronavirus más efectivos. Ni qué decir de las medidas de distanciamiento que -a instancias de las autoridades que permitieron semejante demostración pública- han quedado eclipsadas en el imaginario colectivo a partir de lo que se vio el jueves pasado.

Los especialistas que desde hace nueve meses vienen lidiando con la pandemia se agarraban la cabeza con el solo anuncio del velatorio público en un lugar cerrado. Imagínense las caras cuando vieron las imágenes del descontrol. Lo que lamentan no son los contagios que pueden haberse disparado ese día, sino el mensaje que eso dejó.

El Presidente no dudó al enterarse de la infausta noticia, y tras decretar tres días de duelo nacional y poner el gobierno a disposición de la familia Maradona, suspendió sus actividades de ese día -el martes-, pero también las del resto de la semana. Pareció exagerada la decisión, más allá de que las circunstancias eran a todas luces excepcionales. El ejemplo también cuadra: si el primer mandatario deja todas las actividades de lado, qué esperar del ciudadano de a pie que no dudó en hacer lo propio y arreglárselas para estar en Plaza de Mayo, aunque el transporte siga reservado estrictamente a los "esenciales".

La suspensión de la agenda incluía los anuncios del viernes sobre cómo seguirían las medidas sanitarias al vencer este fin de semana la vigencia del último decreto sobre el tema. Es que el gobierno imaginaba dos días de velatorio, más allá de que la viuda del ídolo y sus hijas expresaron de entrada su deseo de una breve despedida. El objetivo de extenderlo al menos hasta el viernes estuvo expuesto de entrada cuando desde lo más alto del poder se habló de "un millón de personas" asistiendo al velatorio. Un simple cálculo matemático dejaba claro que esa cantidad no podría desfilar frente al féretro en apenas diez horas. Sino pasa lo que terminó pasando.

La familia se mantuvo inflexible y apenas concedió extender la ceremonia tres horas más, que al final no se utilizaron porque sobrevino el caos.

Quedó claro el error del escenario elegido para la despedida. El gobierno lo justificó argumentando que hubiera sido peor si ellos no lo hubieran organizado. Faltó decir que si hubiera sido en un estadio de fútbol -en La Paternal o La Boca- el control hubiera estado delimitado a las autoridades porteñas, que lo hubieran arruinado… Cierto es que el Presidente dejó la elección en manos de Claudia Villafañe: Argentinos -el club del que es hincha- o la Rosada, y ella se quedó con esta última opción. Que era la que el gobierno deseaba, como contribución a la liturgia oficial. Con el recuerdo no tan lejano del velatorio multitudinario de Néstor Kirchner en el mismo ámbito, hasta convocaron a Javier Grosman quien estuvo a cargo de la organización de los funerales del expresidente, como así también de los festejos del Bicentenario.

¿Por qué no se hizo en el Congreso, un escenario más habitual para ese tipo de eventos? No faltará el que recuerde que el Parlamento es un ámbito dominado por la vicepresidenta de la Nación y Fernández quería el protagonismo para sí. Sería injusto dar esa hipótesis como válida, aunque pueda sonar certera. Lo cierto es que el Poder Legislativo tenía en su última semana de período ordinario una agenda demasiado apretada como para alterarla con semejante evento. Esa es la explicación más certera de porqué razón nunca estuvo en consideración cierta el Palacio Legislativo para despedir al astro.

De hecho, la Cámara de Senadores tenía tanta urgencia por liquidar su agenda que habían programado una doble sesión para jueves y viernes, que se mantuvo inalterable hasta cerca del mediodía del jueves, pocas horas antes del inicio de la sesión especial en la que se debía debatir el proyecto del Poder Ejecutivo para que el Congreso autorice el endeudamiento en caso de que supere los límites del Presupuesto, y a su vez deba aprobar los futuros acuerdos con el Fondo Monetario Internacional. Si bien Juntos por el Cambio adelantó su apoyo, es una sesión en la que el oficialismo aprovechará para pasar facturas por el endeudamiento contraído por Mauricio Macri. Esa sesión se postergó al final hasta este lunes, último día del período ordinario.

No así la sesión especial del viernes, que se mantuvo y llevó adelante para aprobar el último episodio del año en esa Cámara de la agenda judicial del cristinismo: la reforma de la Ley Orgánica del Ministerio Público, que implica no solo un cambio en las mayorías para elegir al procurador general, sino también le da mucho poder a la Bicameral de Seguimiento y Control del Ministerio Público, que hoy preside el senador camporista Martín Doñate y quien colaboró activamente en la redacción de este proyecto que obtuvo media sanción el viernes.

Durante la sesión, quedaron bien expuestos dos de los principales inspiradores de esta iniciativa, por la manera como la que se refirieron varios oficialistas al procurador provisional Eduardo Casal y al fiscal federal Carlos Stornelli, víctimas seguras de esta ley en caso de que se apruebe en Diputados.

Como dijimos, el temario de la sesión del jueves se postergó para este lunes, dedicándose la reunión de ese día a homenajear a Maradona, por espacio de algo más de una hora. Cristina Kirchner estuvo solo en el inicio, tras lo cual, como hace comúnmente, se retiró del recinto, esta vez para asistir a la despedida del ídolo. No iba a la Casa Rosada desde el mes de abril, cuando se anunció el acuerdo por la deuda, y según dicen no se veía con Alberto Fernández desde hacía dos meses. A juzgar por los gestos, la ocasión no sirvió para recomponer una relación signada hoy por cierta frialdad.

Tras pasar por la capilla ardiente y ya en el inicio de los incidentes, la expresidenta fue al despacho de quien es su hombre más cercano en el gobierno, el ministro del Interior, Eduardo "Wado" De Pedro. No fue casual que en esos momentos el funcionario tuiteara responsabilizando al gobierno de la Ciudad por la represión de la Policía porteña. Otro miembro de La Cámpora integrante del gobierno, Horacio Pietragalla, denunció al día siguiente a Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli por "la represión violenta y desmedida" de las fuerzas de seguridad de la Ciudad durante el funeral. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, trató de ponerle paños fríos a esta nueva escalada entre Nación y CABA, al señalar ayer que la denuncia de Pietragalla fue "una decisión consulta" y que es "un procedimiento habitual de la secretaría cuando se busca investigar algún uso desmedido de la fuerza y cuando hay abuso institucional".

Este nuevo choque entre el gobierno nacional y Rodríguez Larreta tendrá un nuevo capítulo este lunes, como dijimos, último día de sesiones ordinarias. Es que el viernes, mientras el oficialismo se disponía a dar media sanción a la reforma del Ministerio Público, se conoció a última hora la presentación de un pedido de sesión por parte del presidente del bloque oficialista, Máximo Kirchner, para convertir en ley mañana el convenio de transferencia de las fuerzas de seguridad a la Ciudad. Que en rigor no es otra cosa que un fuerte recorte a la coparticipación porteña.

El proyecto había sido aprobado en el Senado a principios de octubre y luego fue "dormido" en Diputados hasta que se lo desempolvó hace una semana para darle dictamen en una sola reunión de comisión. Así y todo pasó esta última semana sin sesionar Diputados y cuando se vislumbraba que su tratamiento quedaría relegado a que el Presidente lo incluyera en extraordinarias, llegó el pedido de sesión del Frente de Todos para el último día de sesiones ordinarias. Para sorpresa incluso de las autoridades de la Cámara baja, que como con el impuesto a las grandes fortunas parecían tener otros planes.

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