Más temprano, en la misa en la Casa de Santa Marta, el Papa aseguró que para no "matar" en el corazón la palabra de Dios es preciso ser humildes y capaces de rezar.
"Si un cristiano no es humilde y no reza", dijo el Papa, se puede "adueñar" de la palabra de Dios y disponer de ella a su gusto. De este modo, afirmó, "la palabra de Dios se vuelve muerta, encarcelada, el Espíritu Santo está enjaulado en los deseos de cada uno".
Según Francisco, sin embargo, la palabra de Dios "está viva en el corazón de los simples, de los humildes, del pueblo de Dios".
"Para no matar la palabra de Dios", para "ser dóciles", para "no enjaular al Espíritu Santo", se pueden hacer dos cosas "sencillas": "Esta es la actitud del que quiere escuchar la palabra de Dios: primero humildad, segundo plegaria".