SE TRENZARON EN EL COMIENZO DEL JUICIO POR EL HOMICIDIO CULPOSO DE AGUSTIN SARTORI
El principal acusado del homicidio culposo del rugbier Agustín Sartori, quien el año pasado murió tras ser atropellado por “motochorros” que escapaban de un robo en el barrio porteño de Palermo, negó ayer en el juicio por el caso haber sido quien conducía la moto y culpó al otro imputado.
Por su parte, el otro acusado en la causa, quien llegó a juicio libre, para afrontar cargos solamente por robo, negó también haber estado al volante de la moto y le atribuyó esa responsabilidad a su compañero.
Pedro Alberto Calabresi, el más comprometido en la causa, expresó al declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal 7 (TOC7) porteño: “Estoy arrepentido, jamás pensé que iba a ocurrir algo así. Asumo mi responsabilidad de que me bajé a robar, pero la moto no la venía conduciendo yo”.
Previamente, el acusado contó que “estaba muy mal anímicamente” por la falta de trabajo y una enfermedad de su padre.
El imputado Santiago Segundo, por su parte, también admitió los robos, aunque dijo que el que manejaba la moto que embistió a Sartori era Calabresi.
“Cada uno cumplía un rol y el mío era bajarme y romper los vidrios. La moto la maneja él”, manifestó en referencia a Calabresi, quien sí llegó al juicio detenido.
El debate por el homicidio el joven rugbier comenzó ayer a la mañana ante el TOC7 integrado por Gustavo Valle, Daniel Morín y Juan Giúdice Bravo, y se prevé que se extenderá hasta la semana próxima, ya que hay una treintena de testigos, entre ellos siete peritos, propuestos para declarar.
La disparidad de versiones acerca de quién conducía la moto que arrolló a Sartori originó que el defensor de Calabresi, el abogado David Hamwee, pidiese un careo en el que ambos imputados se mantuvieron en sus dichos.
“La moto la manejabas vos” decía uno mientras el otro le replicaba “no vos” y así sucesivamente.
“Me estás mintiendo en la cara” dijo casi a los gritos Calabresi, lo que originó que un agente de la Policía Federal y un custodio del servicio Penitenciario se acercasen a ambos imputados para evitar una escena de violencia.
Ante el cariz que tomaba el careo, el camarista Valle entendió que era inoficioso seguir adelante con la diligencia en la que ambos se mantenían en sus dichos y se incriminaban mutuamente, por lo que dio por terminada la confrontación y dio comienzo a la recepción de testimonios.