Pasan las horas y crecen las dudas sobre la verdad de la fuga de los 13 presos del penal de Ezeiza. Ayer, el primer paso lo dio el ahora ex director del Servicio Penitenciario, Víctor Hortel, quien denunció connivencias "internas y externas" con los reclusos fugados, y pasó a disponibilidad a 19 funcionarios de la institución.
Pero los interrogantes son muchos. En principio, la
principal cuestión a investigar es cómo los presos lograron cavar el túnel en
el piso de una celda, que está hecho de hormigón
armado, y para lo cual no podrían evitarse los ruidos que debieron haber
alertado a los guardias. Hay quienes dicen que la tarea les demandó unos cuatro meses.
La otra duda que surge es por las dimensiones del boquete, de apenas 22 centímetros por 40 en la celda 22, lugar en el que, además, dejaron la tierra que fueron sacando para despejar el túnel, sin que ningún guardia lo advirtiera.
Los presos, después de cavar el túnel de un metro de extensión, lograron salir del módulo, y recorrieron 30 metros aproximadamente hasta el primer alambrado perimetral y luego 40 metros más, atravesando otros tres alambrados perimetrales de seguridad. Todo, sin levantar sospechas entre los funcionarios del penal.
Hoy, Estela de Carlotto fue más allá, y dejó abierta la posibilidad de que los presos, en realidad, habrían salido por la misma puerta del penal de Ezeiza.
Lo cierto es que será la Justicia la que deberá avanzar en la investigación y determinar cómo fue la fuga. Pero está claro que, con los primeros elementos dados a conocer, se parece más a un hecho de ciencia ficción que a la realidad.