La Avenida de Mayo y su cruce con Rivadavia, en la localidad de Ramos Mejía, es uno de los escenarios más "famosos" para las disputas entre grupos antagónicos, que protagonizan peleas feroces, con trompadas y patadas, pero también con utilización de objetos como palos, armas blancas y de fuego. En la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, los enfrentamientos se repiten a un ritmo de 153 hechos por semana.
El dato surge del entrecruzamiento de estadísticas publicadas por las fiscalías porteñas, con 2.000 casos anuales, y de la provincia de Buenos Aires, con más de 6.000. Se trata de expedientes judiciales iniciados por figuras penales como lesiones leves, amenazas, lesiones en riña y hostigamiento.
Acerca de la problemática, el licenciado en Seguridad Pública, Luis Vicat, expresó a DIARIO POPULAR que "la violencia entre adolescentes y jóvenes se debe reflexionar desde dos planos, el primero que se relaciona a los motivos que disparan una cantidad creciente de episodios salvajes, y luego el rol del Estado con sus posibilidades concretas de intervenir, para prevenir los hechos, que muchas veces son realmente dramáticos, con heridos graves o fallecidos".
Juliana Viqueira trabaja como empleada en un quiosco ubicado sobre la Avenida Rivadavia en Ramos Mejía. Como se dijo, se trata de una de las zonas donde los hechos de peleas entre jóvenes se repiten al infinito. "Se concentran los sábados y domingos a la madrugada. Pero hay peleas todos los días. A veces los comerciantes o la gente que está en las paradas de colectivos interviene, pidiendo ambulancias o llamando a la policía. Son batallas campales. Vi a muchos chicos lastimados, es tremendo", dijo la testigo.
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Las cifras en la Ciudad de Buenos Aires son elocuentes, con un promedio de 50 casos anuales de lesiones en riña, 1.300 amenazas y 650 por hostigamiento. En la provincia, mientras tanto, el Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil contabilizó sólo el año pasado 3.617 casos de lesiones leves y 2.232 por amenazas.
"Tenemos que preguntarnos por qué pasa esto con nuestros jóvenes. La realidad es que hay una multicausa. Ya sabemos que durante la adolescencia, las personas adolecen de frenos, entonces las pulsiones se desatan. El joven se convierte, sobre todo cuando actúa en grupo, en un individuo en estado salvaje, donde requiere reafirmar su espacio, y lo hace mediante la violencia", expresó Vicat.
Asimismo, el experto manifestó que "hay cuestiones territoriales muy fuertes, como ocurre con las manadas en determinadas especies animales, que deben ser tenidas en cuenta por los organismos del Estado para comenzar a prevenir estos hechos, que en ocasiones son tan graves que derivan en la muerte de chicos, y sus familias arruinadas".