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Pérez Corradi trabajaba en Banco Nación. Empezó en el '96, y se quedó hasta el 2002. Entonces, algo cambió. Empezó a importar efedrina, un químico utilizado en muchos medicamentos. Lo traía de China e India, y lo vendía, principalmente, a narcotraficantes mexicanos. Las ganancias eran incalculables: compraba el kilo por 50 dólares y lo vendía por 4500.
Se vinculó a Forza, Ferrón y Bina en el negocio del tráfico. Se hicieron socios. Hasta que el vínculo, con el tiempo, empezó a desgastarse. Le dijo a un testigo, que después declararía en la causa, que iba a matarlos. Que ofrecía $100.000 por el trío que, según indicaron otros testigos de la causa, le había arrebatado el grueso del negocio. Los tres, en 2008, murieron: ahí aparecieron los hermanos Cristian y Martín Lanatta y Schilacci, los acusados de cometer el crimen.
Con el pasar de las audiencias, cada vez más testigos hablaban de Pérez Corradi. La situación del financista estaba complicada. Y se fugó. Desapareció. Se suponía que podía estar en Paraguay, pero nunca hubo precisiones. El gobierno llegó a ofrecer $2.000.000 por la recompensa, una cifra que aumentó en el raid insólito de los Lanatta y Schilacci, en la fuga increíble de fines del 2015.
Pérez Corradi fue aprehendido en Paraguay, en la zona de la triple frontera. Lo extraditarán a Buenos Aires, donde, aparentemente, prestará declaración. "Puede involucrar a más personas", indicó su abogado. Otros denunciantes afirman que tenía protección policial y política. En Buenos Aires, en la justicia, habrá más certezas.
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