Advierten que las bandas reimpulsaron la modalidad a partir de las recientes restricciones cambiarias. Especulan con la inquietud por la situación económica y las consecuentes extracciones masivas de divisas

Un estudio alertó sobre el importante aumento de los denominados "secuestros virtuales", en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense, donde en los últimos 30 días se produjeron más de 120 casos. La novedad es que los casos ocurren a partir de un disparador común: los cepos cambiarios instaurados por el gobierno nacional, que pasó de autorizar la compra de 10 mil dólares mensuales a 200, y finalmente a sólo 50 dólares actuales.

"Las bandas están ávidas de hacerse de los dólares de la gente y saben que por los cepos cambiarios instalados por el gobierno de Mauricio Macri, la moneda verde se guarda como un tesoro. De ese modo y para tragedia de más de uno, el delito de secuestro virtual vuelve a florecer", dijo el letrado Javier Miglino, director de Miglino y Abogados, entidad que realizó el relevamiento.

En ese mismo sentido, el experto manifestó: "Puede parecer un delito complejo pero en realidad no lo es, ya que las bandas dedicadas a los secuestros virtuales o simulados no utilizan mayor inteligencia que la sagacidad y la actuación". Y precisó: "Utilizan herramientas básicas como un teléfono celular y una guía telefónica".

Sobresalto y confusión

"Con malicia, llaman a teléfonos de línea a la madrugada, cuando las víctimas están durmiendo y de ese modo el sobresalto por la llamada deja paso a los gritos del otro lado de la línea e incluso el llanto. De ese modo los criminales manifiestan que el hijo o la hija de la víctima se encuentra secuestrada. El azar y la desesperación hacen el resto", dijo Miglino.

En el trabajo estadístico, se puso de manifiesto el "peligroso" papel de las redes sociales. "En los últimos tiempos la justicia ha desbaratado cuatro bandas de gitanos, especialistas en esta criminalidad; verdaderas asociaciones ilícitas de parientes donde unos rastrean en Facebook o Instagram los datos que necesitan de las víctimas, tales como viajes al exterior, compras de autos nuevos, mudanzas y otros. Luego hacen un seguimiento denominado stalkeo y de ese modo conocen a los hermanos, hijos y amigos de la futura víctima. En un momento determinado buscan su nombre en la guía y si aparece, la pesadilla no hará más que comenzar", explicó el abogado.

No es todo, porque el estudio reflejó lo que se denominó el call center colombiano. "Otro ardid de las bandas de gitanos es comprar datos a las bandas mixtas de colombianos y venezolanos que llaman en general entre las 11 y las 18, es decir horarios considerados normales. A partir de ahí despliegan todo tipo de engaños, haciéndose pasar por encuestadores para medios internacionales, empleados de las empresas de telefonía celular o de entidades bancarias. Cuando notan interés de la futura víctima, la halagan con regodeos tales como: ‘Se nota que usted es una persona inteligente’. Ganada la confianza obtienen datos que luego venden a las bandas de gitanos y el próximo secuestro virtual ya está en marcha", dijo Miglino.

Caso testigo

La modalidad, que amenaza con crecer en las próximos días a partir del masivo retiro de dólares de los bancos, tiene casos testigo. Uno de ellos lo padeció una mujer llamada Carla. "De todos los casos que logramos conocer, obtuvimos la autorización de Carla para hacerlo público. Se trata de una joven universitaria que vive sola en el barrio de Belgrano", explicó Miglino.

Se transcribe de forma textual el relato de la víctima: "Me llamaron llorando al celular a cuatro de la mañana. Me dijo que era mi hermana y yo lo primero que solté fue: ¿Sole, estás bien? A partir de ese momento la banda hizo lo que quiso. Lógicamente luego los investigadores judiciales me lo explicaron. Ya sabián que tenía una hermana. Que se llamaba Soledad y que no estaba conmigo. Me exigieron 20 mil dólares a lo que dije que no tenía ni loca esa cantidad. Entonces fueron bajando hasta que les dije que tenía 2.500 dólares para pagar el año 2020 de la universidad. Les interesó y cerraron ahí. Me dijeron que deje el rescate en un cantero de un bar dominicano nuevo en Belgrano. A los 30 minutos llamaron y dijeron que liberaron a mi hermana. Llamé a su teléfono que estaba apagado. A las 8 me llamó mi hermana que no entendía nada y entonces me di cuenta de que fui otra víctima de la mafia de los secuestros virtuales".

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