Este 17 de julio se cumplen seis años del recordado voto "no positivo" con el que el entonces vicepresidente de la Nación, Julio César Cleto Cobos, rechazaba el proyecto de ley de retenciones móviles que había generado un fuerte enfrentamiento entre el gobierno nacional y las entidades representativas del campo. Fue la génesis de la derrota electoral oficialista en las legislativas posteriores, pero fundamentalmente marcó el primer traspié del kirchnerismo.
Testigos de esas horas afirman que la crisis que devino de esa situación amenazó tomar dimensiones institucionales y que debió mediar la gestión del presidente brasileño para convencer al matrimonio Kirchner de no dejar el poder ante la situación planteada.
Más allá de la veracidad de ese episodio, el desenlace dramático de esa histórica sesión tuvo lugar a las 4.19 de la madrugada, hora en la cual tras una maratónica sesión el Senado votaba el proyecto que ya contaba con media sanción de la Cámara baja y el resultado era empate. Así las cosas se dió la casi inédita situación de que el vicepresidente tuviera que desempatar. Lo inédito fue que lo hiciera en contra de los deseos de su gobierno.
Las palabras que Cobos eligió para anunciar su voto también pasaron a la historia, tal vez por el eufemismo que significó su "no positivo". El entonces presidente de la Cámara alta estaba nervioso y, si bien dejó entrever sus intenciones de votar en contra ni bien comenzado el discurso, eligió cuidadosamente cada frase para evitar quedar como "traidor" ante el bloque del Frente para la Victoria.
"Yo sé que me cabe una responsabilidad histórica en esto", afirmó con voz por momentos temblorosa y eligiendo cada palabra que iba a utilizar. "Hay quienes desde lo político dicen que tengo que acompañar por la institucionalidad, por el riesgo que esto implica (...) Mi corazón dice otra cosa y no creo que esto sea el motivo para poner en riesgo el país, la gobernabilidad, la paz social", precisó.
Más adelante, manifestó su deseo de "seguir siendo el vicepresidente de todos los argentinos, el compañero de fórmula hasta el 2011 con la actual presidenta de los argentinos". Y agregó: "La historia me juzgará, no sé cómo. Pero espero que esto se entienda". En el recinto ya no quedaban dudas de su decisión. "No puedo acompañar y esto no significa que estoy traicionando a nadie", se atajó y destacó luego: "Estoy actuando conforme a mis convicciones".
La frase final es la que quedó en la memoria de todos los argentinos: "Que la historia me juzgue, pido perdón si me equivoco. Mi voto... Mi voto no es positivo... mi voto es en contra".
Julio Cobos está convencido aún hoy de que fue lo mejor para el país y que hasta le hizo un favor a su compañera de fórmula. La mayoría de los analistas coinciden en que esa situación que convirtió al mendocino en el principal enemigo del kirchnerismo le permitió al oficialismo una salida que la virulencia de los hechos le había cerrado hasta entonces.
El exgobernador mendocino salió fortalecido ante la opinión pública y durante meses fue el político más popular. Un año después volvía a entrar al Comité Nacional del Radicalismo, que lo había expulsado tras sumarse a lo que Néstor Kirchner dio en llamar la Concertación. Y era número puesto como candidato presidencial del partido centenario, pero terminó bajando su postulación al advertir que no contaba con todo el apoyo partidario. La luz fulgurante que representaba se había ido opacando con el tiempo.
En el ínterin tuvo la oportunidad de volver a desempatar una votación en el Senado y lo hizo nuevamente a favor de la oposición. Fue para el proyecto del 82% móvil, que luego la Presidenta vetó. Pero el episodio no tuvo la trascendencia del anterior y pocos lo recuerdan.
Cobos renació en las elecciones del año pasado, cuando arrasó en su provincia, convirtiéndose en diputado nacional, cargo que hoy ostenta por la UCR, partido por el que vuelve a ser precandidato presidencial. Se verá el próximo año si ese voto "no positivo" sigue redituándole a nivel personal.
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