Amante de los deportes,
puede que el presidente argentino se haya contagiado de ese espíritu durante su estadía en New York, para que al cabo de su jornada más exitosa, embalado por el discurso en la Asamblea General de la ONU y luego ante el Comité de Refugiados, un día después de haber participado de la reunión anual de la Clinton Global Iniciative, y ser figura central en un seminario organizado por el Financial Times en Wall Street sobre "La Nueva Argentina", haya querido ir por todo abordando el tema Malvinas.
Pecó por inexperiencia al revelar en un breve diálogo con periodistas argentinos detalles de un intercambio de palabras con la premier británica, en el que él aludió a una vaga respuesta afirmativa de Theresa May, respecto de una propuesta suya para avanzar en el diálogo entre ambos países, supuestamente "sobre todos los temas". Debió medir que acababa de incluir el tema de la soberanía, dejándoles servido a sus interlocutores el título que acababa de inferir.
Más que medirlo, no debió haberlo dicho. Hubo reproches dentro del mismo oficialismo porque la Cancillería se apresurara a desmentirlo una hora después, sugiriendo que debió haber sido el propio Macri quien lo aclarara. En rigor, Susana Malcorra quiso acotar el daño, adelantándose a la réplica del Foreing Office, que igual al día siguiente reaccionó desmintiendo también al presidente argentino.
Es una mala costumbre de los mandatarios argentinos hacer política internacional con los ojos puestos en la política interna. Pasó sobre todo con los Kirchner. Y ahora, cuando Mauricio Macri busca permanentemente diferenciarse de esa época, termina trastabillando al cometer el mismo error. Porque lo que intentó el Presidente en New York fue tratar de minimizar las críticas que la oposición expresaba y hasta sus propios aliados deslizaban por el tenor del documento suscripto con el Reino Unido, en el que la palabra "soberanía" estaba ausente. Lo hizo de la peor manera, forzando un supuesto diálogo con un mandatario extranjero. Y en el brillo de su estadía neoyorkina se mezcló la palabra "papelón", con la que muchos calificaron el traspié.
Al día siguiente la oposición se despachó a gusto contra la política del gobierno sobre Malvinas en un escenario recreado por el propio oficialismo, pues fue Elisa Carrió la que convocó a esa reunión de la Comisión de Relaciones Exteriores que ella preside. Con todo, más allá del enojo que su actitud generó en el seno del oficialismo, no dejó de hacerles un favor. Lilita suele oficiar de "válvula de escape" para situaciones de alta presión que se generan en Cambiemos, y fue lo que hizo en esta ocasión, acotando el accionar de la propia oposición. Al cabo, el propio oficialismo terminó firmando la declaración consensuada. Y fue convocado para esta semana el vicecanciller para dar explicaciones. Pero las críticas opositoras se distribuyeron el miércoles por igual entre Macri y Malcorra, a quien kirchneristas y massistas coincidieron en pedirle dar un paso al costado mientras aspire a competir por la secretaría general de la ONU. "Una causa perdida", según el peronista pampeano Gustavo Fernández Mendía, que en la comisión de Diputados dijo que "tiene tantas posibilidades de ser secretaria general de las ONU como yo de ser primer bailarín del Teatro Colón...".
Son muchos los que sostienen que cualquiera sea el resultado de la votación final en octubre, la actual Canciller dejará el cargo, y sugieren nombres para reemplazarla. No es lo que pensaba el Presidente al menos hace tres meses, cuando negó ante quien esto escribe que fuera a sustituirla si no resultaba electa en la ONU:
"Yo gano de cualquier manera -dijo-; si la eligen, por lo que eso representa, y si no es así, porque sigue con nosotros". Veremos si sigue pensando así.
Con todo, el macrismo no puede quejarse, pues siempre aparece la expresidenta para darle una mano. Cristina Kirchner cerró la semana publicando en las redes sociales una (obviamente) extensa carta dirigida al titular de la ONU, Ban Ki Moon, en la que se queja de la actitud de su sucesor frente a "los fondos buitre". Según CFK, Macri "tiene una aceptación pasiva de las reglas de los grandes poderes internacionales", y denunció "la capitulación de la República Argentina ante los fondos buitres". Ese es precisamente el deseo permanente del oficialismo: tener presente a la expresidenta para mostrarse como su antítesis.
Ella hizo también su aporte esta semana, al mostrarse en un acto en La Plata, donde los dirigentes presentes más conocidos fueron Amado Boudou, Gabriel Mariotto, Luis D'Elía y Fernando Esteche. Una postal que espanta al peronismo, que redobló en la misma semana sus gestos para distanciarse de la exmandataria.
Así, un puñado de gobernadores se mostraron el jueves en el Consejo Federal de Inversiones junto a legisladores de diversos sectores del peronismo con la excusa de analizar las modificaciones buscarán introducir al proyecto de Presupuesto 2017. Hubo legisladores del kirchnerismo, el bloque Justicialista y el Movimiento Evita. Y anticiparon que a un próximo encuentro invitarán a Sergio Massa, quien no dudó en la semana en despegarse del "abrazo del oso" de la expresidenta -que según una versión le hizo un guiño al tigrense-, pero que mantiene aceitados los contactos con la dirigencia peronista de todos los sectores. Algunos se guardan en la más estricta reserva; otros son públicos, como el acto que compartirá este lunes nada menos que con la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, del nucleo más cristinista hasta hace cinco minutos...
El encuentro será toda una señal hacia el peronismo, pero también representará un ruido muy grande para su aliada Margarita Stolbizer, quien ya le ha advertido a Massa sobre los límites que ella tiene trazados de cara a un entendimiento electoral para el próximo año. Si bien el líder del Frente Renovador podrá argumentar que se trata de una presencia protocolar convocada por el diputado provincial del FR y líder del Sindicato de Comercio matancero Rubén Ledesma, no pasará desapercibido para la diputada del GEN que ese encuentro es todo un anticipo respecto del proyecto para dividir La Matanza, que impulsa precisamente un diputado del partido de Stolbizer.
Como sea, esa es otra señal positiva para el oficialismo en una semana en la que
salvo el desliz por Malvinas, todas fueron buenas noticias. Después del balance positivo de la semana anterior con el Foro de Inversiones y una audiencia pública sobre el gas que al final no solo no le causó daño al gobierno -más bien se diluyó en la intrascendencia-, la visita presidencial a Estados Unidos fue altamente positiva. Y el viernes, se terminó confirmando lo que a principios de semana ya se vislumbraba: la sangre no llegó al río en el Comité Central Confederal. Renuentes a decretar un paro, pero empujados desde afuera por las CTA y desde adentro por muchos gremios, tomaron una decisión equidistante anunciando un paro con fecha indeterminada. Que es casi decir que, por ahora, no habrá paro. Les da espacio para negociar, pues tienen por delante encuentros con los ministros Prat-Gay y Triaca, y tal vez hasta el Presidente. Les queda claro que el gobierno mantendrá su decisión de no abrir las paritarias, pero algo esperan conseguir, un paro sin fecha les da un elemento de peso para negociar. Un bono de fin de año, o el no pago de Ganancias con el aguinaldo, o también un acuerdo sobre el proyecto sobre Ganancias o el de las ART, son algunas de las opciones que la fijación de un paro hubiera obturado definitivamente.
comentar