No resulta exagerado decir que Mauricio Macri encabezó el lunes el relanzamiento de su gobierno. Para aplicar las reformas que impulsa aprovechará la nueva composición legislativa, pero será una carrera contrarreloj.

No son pocos los que sostienen que el discurso que el presidente pronunció el lunes en el CCK es el que Mauricio Macri hubiera querido leer el día de su asunción, hace casi dos años.

Tan errados no estarán, si se tiene en cuenta un simple dato: el discurso del lunes duró casi el doble que el del 10 de diciembre de 2015, cuando se extendió apenas 28 minutos. En esta oportunidad, Macri habló 43 minutos.

Más allá de la certeza o no de esa apreciación, lo seguro es que el hombre que se paró el lunes frente a representantes de todos los sectores de la Argentina se sentía mucho más fortalecido que aquel al que acababan de colocarle la banda presidencial. En efecto, mientras el flamante presidente acababa de ser electo hacía poco más de dos semanas por menos de 3 puntos de diferencia, el actual disfruta de su arrollador triunfo en las elecciones de medio término, que le garantizan mucho más que pasar a la historia como el primer presidente no peronista en terminar su mandato en 80 años.

Es así que no suena exagerado decir que lo del CCK fue una suerte de relanzamiento del gobierno de Macri, pronunciando un mensaje que cuando recién llegaba al gobierno con una diferencia exigua de votos consideraba que no podía expresar.

Ahora es diferente, y el Presidente siente que si bien el gradualismo que impuso a su gestión debe mantenerse, necesita aprovechar el efecto de la victoria electoral para poner en marcha las reformas que tiene en mente desde antes de llegar adonde está. Y sabe que si bien la coyuntura lo deja en inmejorables condiciones para repetir el triunfo dentro de dos años, tiene que darse prisa si desea ver consagradas las iniciativas que promueve.

El marco no podía ser mejor para la puesta en escena del gobierno en el Centro Cultural Kirchner y hasta la previa ayudó.

Es que el anuncio de la renuncia de la jefa de los fiscales, Alejandra Gils Carbó, confirmada minutos antes de la presentación presidencial, lejos de restarle importancia a la misma potenció la sensación de poder que expresa hoy el gobierno de Cambiemos. Que la procuradora general de la Nación -a la que el Presidente quería desplazar desde el primer día- haya finalmente renunciado, fue otra contundente demostración de la vigorosidad que ostenta hoy el gobierno.

Una capacidad que ha llevado a no pocos dirigentes y periodistas a proclamar que ningún otro gobierno argentino reunió tanto poder. Tal vez con doble intención sugieren que la comparación pertinente podría hacerse con algún tramo del gobierno de Carlos Menem, pero ni se les ocurre incluir al de Néstor Kirchner, o al de Cristina Fernández con su 54%. Pasa que al de Macri le asignan contar con el apoyo del establishment empresario, los sindicatos y el favor de los medios.

¿Qué no tiene mayoría en el Congreso? No obstante ello, logró aprobar todo lo que se propuso, es la respuesta de quienes eso sostienen.

Error: si bien este gobierno logró en el Parlamento éxitos contundentes y algunos impensados, todo le costó doblemente por esa adversidad numérica que padece. Todos los proyectos que promovió fueron modificados por la oposición, algunos de ellos sustancialmente, y una buena cantidad de las normas impulsadas por el Ejecutivo terminaron cajoneadas. La reforma electoral y la ley de empleo joven son dos botones de muestra.

Con semejantes antecedentes, ¿qué posibilidades de éxito tiene ahora el gobierno para aprobar entonces esta serie de reformas que impulsa con tanta pompa y expectativas? Por lo pronto, aguardará a que se produzca el recambio legislativo para activar esa “agenda reformista”. Repite así una característica que tenía el kirchnerismo después de ganar una elección: esperar a la asunción de los nuevos legisladores para mandar recién entonces los proyectos que le interesaban. Pues es lo que hará Cambiemos, si bien seguirá sin tener mayoría en ninguna de las dos cámaras.

Aprovechará sin embargo que contará con una primera minoría más consolidada en Diputados y hasta tal vez llegue a ser primera minoría también en el Senado, además del efecto ganador que conlleva haber tenido una elección como la del 22 de octubre.

Hablemos de números. En el Senado, donde Cambiemos siempre tuvo una minoría extrema, a partir de diciembre la realidad mostrará muy raleado al bloque mayoritario que conduce Miguel Pichetto, que en principio se reducirá a 28 miembros, ya sin posibilidad de formar por sí solo el quórum y aprobar leyes. Y más aún: ante la llegada de Cristina Kirchner se va a fracturar inexorablemente. De un lado quedará una decena de legisladores junto a la ex presidenta, y junto a Pichetto los restantes 18, a los que el rionegrino piensa sumar a peronistas que ahora están fuera de su órbita.

Así y todo, la novedad la daría Cambiemos, que llegaría a tener 25 miembros, número con el que podría convertirse en primera minoría, algo que ningún oficialismo no peronista consigue desde 1983.

Y si bien todavía está bien lejos del quórum (37 senadores), ese número le alcanzaría para presidir comisiones clave hoy en manos del peronismo.

En Diputados el oficialismo ya es primera minoría y en diciembre estará, como dijimos, más consolidado, con 109 miembros seguros, y la posibilidad accesible de reunir las 20 voluntades necesarias para llegar con facilidad al quórum.

Así las cosas, a la actual composición del Congreso le deben quedar unas tres sesiones, en las que se limitarán a aprobar temas sobre los que hay acuerdo. Comenzando por la ley de Responsabilidad Penal Empresaria, que ya pasó por Diputados, fue modificada en el Senado y se espera sea aprobada con esas modificaciones en la Cámara baja.

También se tratarían cuestiones como la nueva ley de Mercado de Capitales, que apunta a financiar a las PyMEs; la prórroga de la ley de Tierras Aborígenes, y ciberdelitos, entre otros temas sobre los que ya hay acuerdo.

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Asimismo el oficialismo buscará que el Senado finalmente apruebe el proyecto de ley de Extinción de Dominio, que ya pasó por Diputados y que los senadores peronistas demoran desde hace meses.

De tal manera diciembre será muy activo en ambas cámaras, al punto tal de que hasta se pronostique una última sesión del año en la semana que va entre el 24 y el 31 de diciembre. Después vendrá el receso habitual en enero, y luego vuelta al trabajo en febrero. Recordemos que tanto en 2016 como este año el gobierno fue remiso a convocar a extraordinarias, y solo lo hizo por imperio de las presiones. Ahora lo hará para no desaprovechar ni un minuto del efecto ganador de octubre.

El futuro Congreso comenzará a tratar en diciembre varias de las reformas que impulsa el gobierno, conjuntamente con el Presupuesto 2018 y la agenda fiscal. También antes de fin de año quieren aprobar una nueva ley de Ministerio Público, a pesar de que Alejandra Gils Carbó presentó su renuncia. La idea es que cuando asuma el nuevo procurador general de la Nación ya rija la nueva legislación.

Temas como el blanqueo de empleados, incentivos para empleadores y una amnistía laboral, serán los primeros en tratarse. Y por supuesto la reforma impositiva que el ministro de Hacienda presentó a grandes rasgos ayer.

Para el mes de febrero quedarán temas tales como la nueva ley de Defensa de la Competencia, y se comenzaría a tratar la Reforma Previsional, para lo cual habrá que constituir una comisión que ya fue prevista en la Ley de Reparación Histórica. Está previsto que esa reforma salga para 2019, según establece la citada norma.

Luego seguirá el trabajo febril para aprobar la mayor parte de reformas que impulsará el gobierno, incluida la electoral. La marcha presurosa de Cambiemos llegará hasta mediados de año, coincidente con el Mundial de Rusia. Para entonces el gobierno espera sacarle el mayor rédito al efecto ganador del éxito electoral. En la segunda mitad del año imagina que los acuerdos serán más dificultosos, pues comenzará a tallar la carrera presidencial para 2019. Por eso tanto apuro oficial para aprobar todo lo que se pueda en el transcurso de siete meses. Lo que no avance en ese tiempo, difícilmente pueda prosperar a partir de agosto de 2018.

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