El ex senador nacional, Esteban Bullrich, contó cómo es su lucha contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que lo aqueja y lo obligó a dejar de lado la política. “Esta enfermedad me enseñó mucho, la lección mas importante es que aprendí a pedir ayuda. Antes tenía la soberbia de creer que podía hacer todo solo y ahora no puedo hacer casi nada solo”, le confesó el ex senador al periodista Luis Novaresio en su ciclo Entrevistas de LN+.
Y añadió: “Tengo fe que Dios existe. La fe es un don del Espíritu Santo, pero también es una elección. Yo me despierto cada día y elijo creer en Dios”.
En ese sentido, Bullrich señaló que no baja los brazos a pesar de las limitaciones que sufre en la actualidad: “Rezo todos los días por un milagro, sé que soy un vocero de la ELA y muchas personas escuchan. Creo que la ciencia está muy encaminada hacia un tratamiento que venza esta enfermedad de mierda”.
En uno de los momentos más emotivos de la charla, el ex senador confesó que hay algo que añora mucho: “Extraño muchísimo los abrazos, obviamente los de mi mujer María Eugenia mucho más. Disfrutaba de dar abrazos y ahora no puedo... Pienso en al foto dele Mundial 78, la que mostraba a un hombre sin brazos tratando de abrazar a Fillol y a Tarantini, que se tituló “El abrazo del alma”; por eso ahora firmo mis mensajes con un abrazo del alma”, explicó Esteban Bullrich.
Por otro lado, reconoció que su familia tiene el "privilegio" de contar con los recursos necesarios para luchar contra la ELA: “Demanda infraestructura y acompañamiento de profesionales que no están disponibles para todos, lamentablemente, y la opción a esto es la muerte”, señaló.
La esclerosis lateral amiotrófica o ELA, es una enfermedad de las neuronas en el cerebro, el tronco cerebral y la médula espinal que controlan el movimiento de los músculos voluntarios. La ELA también es conocida como la enfermedad de Lou Gehrig.
Uno en 10 casos de ELA se debe a un defecto genético. La causa se desconoce en la mayoría del resto de los casos.
En la ELA, las células nerviosas (neuronas) motoras se desgastan o mueren y ya no pueden enviar mensajes a los músculos. Con el tiempo, esto lleva a debilitamiento muscular, espasmos e incapacidad para mover los brazos, las piernas y el cuerpo. La afección empeora lentamente. Cuando los músculos en la zona torácica dejan de trabajar, se vuelve difícil o imposible respirar.
La ELA afecta aproximadamente a 5 de cada 100,000 personas en todo el mundo.
comentar