Si algo quedó en evidencia en las últimas semanas es que aquella vieja frase de Cristina Fernández respecto de los funcionarios que no funcionaban, no se adecuaba a la realidad.
La realidad es que lo que no funcionaba era el gobierno tal como estaba diseñado. Y que luego de distintas resistencias por parte de Alberto Fernández-la última de ellas cuando renunció Martín Guzmán- para no reestructurar el gabinete y para conservar alguna cuota de poder, fue vencida a partir de la espiralización de la crisis de las últimas dos o tres semanas y de la aceleración de la corrida cambiaria.
Estamos frente a algo mucho más relevante que un cambio de gabinete. Estamos frente a un nuevo esquema de poder que intentará estabilizar política y económicamente a la Argentina para evitar un colapso y para que el oficialismo pueda llegar con un nivel razonable de competitividad a las elecciones del año que viene.
Ahora tenemos un presidente que está más lateralizado en el proceso de toma de decisiones, una vicepresidenta que de alguna manera sigue ejerciendo su poder de veto pero de manera silenciosa y en el centro de la escena a un superministro (Sergio Masa) que intentará -se presume- un giro pragmático. Giro que fue bien recibido por los mercados en su enunciación, señalando dos cosas: primero, que el problema era político y que por eso un político al frente del ministerio de Economía es bienvenido, porque da la impresión de que ataca el corazón del problema, la dificultad para tomar decisiones que se había manifestado hasta ahora. Y en segundo término, que hay más volumen o por lo menos un intento de darle más espesura a la dinámica del gobierno a partir de ahora.
Si lo logrará o no, dependerá de los colaboradores que elija y fundamentalmente de las medidas que tome. Evidentemente la bienvenida que le dio el mercado a Massa se diferencia bastante de la recepción que le dio a Silvina Batakis.
Resta ver cuáles son los nombres de los colaboradores, quiénes son los técnicos que lo acompañarán sobre todo en cuestiones económicas, en finanzas, macroeconomía, ya que más allá de sus conocimientos Massa no es un especialista en esos temas.
Y qué pasará con dos cuestiones claves: el Banco Central y lo que en política monetaria se lleve adelante y en materia energética, donde por lo visto seguirán las mismas autoridades que respondiendo al kirchnerismo estaban hasta ahora.
Esta es quizás la última oportunidad que tiene el oficialismo para encarrilar la situación y creo que la posición del presidente de la Cámara de Diputados es jugar el todo por el todo, por la suerte del gobierno y por la propia suerte personal de cara a las elecciones del año que viene.