Los números oficiales aparecieron a las 22:28. Casi una hora y media después de lo que había dicho el Gobierno. Las acusaciones cruzadas por Smartmatic ya no importaron, porque los datos solo sirvieron para que la euforia contenida a regañadientes durante toda la tarde se destapara. La ilusión por una victoria por amplia diferencia rondó durante toda la tarde-noche, pero el sueño de los 15 puntos de ventaja a nivel nacional y los casi 17 en provincia de Buenos Aires era impensado.
A las 17, una hora antes del cierre de la votación, las puertas del búnker de Av. Corrientes y Av. Dorrego se empezaron a llenar de militantes. De curiosos con caras optimistas. Los primeros en llegar fueron los incondicionales de siempre que, desde el 11 de diciembre de 2015, esperaban un momento así.
Uno de ellos, de setenta años, con un bastón, los dientes corroídos y las manos temblorosas, levantaba un cartel: "Macri, andate". Él es Jorge, pero se hace llamar "El Correcaminos". Estuvo durante toda la tarde en la calle y allí le dijo a POPULAR: "Soy jubilado, me levanto a las 3 de la mañana para ir a trabajar. A mi edad. Y así y todo me tengo que privar de muchas cosas. No puedo ir a comer, no me alcanza para los remedios. Nada. Por eso estoy acá".
Lento, por su costado, pasa un hombre pelado y un poco más alto, que lo ve y lo abraza. "Este viejo es un fenómeno. Está en todos lados", tiró interrumpiendo la entrevista. "Estuvo en la votación contra la reforma jubilatoria, está en las marchas del 24 de marzo. Va siempre. En los paros generales". Y siguió, casi sin respirar: "Me llamo Carlos Alberto Basso, tengo necesidad de hablar, viejo. De verdad. Hay situaciones que ya no entiendo, este hombre es diez años mayor que yo y sigue trabajando. Yo tengo sesenta, tengo hipertensión y no me alcanza para los remedios". Saludó, pidió permiso y se fue. Con el paso de las horas, afuera, empezaron a llegar los demás y la Av. Corrientes, en pleno barrio de Chacarita, se llenó.
Adentro fue inmediato. A las siete de la tarde. Apenas terminaron de hablar Felipe Solá y Mariano Recalde, sin datos, pero diciendo que habían ganado, todo explotó. Se largó la primera fiesta en Av. Dorrego y Corrientes. Empezó a sonar Pablo Lescano, siguió La Nueva Luna y, casi inmediatamente, se escuchó "Soy Cordobés", de Rodrigo.
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Con la música fuerte y con caras alegres, pero con la necesidad imperiosa de que le digan resultados. Los números no aparecían. Y en el búnker, las caras se empezaban a transformar.
Luego, al mismo tiempo en que se conocían los primeros datos, apareció Mauricio Macri. No salió en pantalla gigante para el público en general, pero todos sabían que estaba hablando. Que admitía la derrota y que le decía a su gente "vayan a dormir". Nadie se fue. Casi sin saberlo, inmediatamente sonó desde los pulmones de cada uno de los militantes del Frente de Todos, la clásica marcha. En la tele, un presidente, un hombre, admitiendo la derrota en las PASO y mandando a su gente a descansar. Casi como un espasmo, en Chacarita sonó el Mono Relojero de Kapanga. Y un estribillo: "Andate a dormir vos".
Los datos por los que se había discutido toda la semana habían quedado a un segundo plano. Sirvió para una sorpresa aún más grande, pero la derrota en las PASO ya había sido aceptada. La noche siguió con las palabras de toda la legión del Frente de Todos.
Desde Matías Lammens, que consiguió una marca histórica para el peronismo (33,04 de los votos), hasta Axel Kicillof que le sacó casi 17 puntos (49,34 a 32,56 por ciento de los votos) a Vidal en Provincia de Buenos Aires. Pasaron Máximo y Cristina Kirchner. La ex mandataria a través de un video. Los oradores pasaron de a uno, cada uno con una canción distinta. El final, por supuesto, fue para Alberto Fernández. El candidato que hace seis meses era impensado, ahora estaba celebrando sobre un escenario por ser el líder de la primera fuerza nacional.
Con calma, confiado pero no victorioso, en su discurso Fernández llamó a pensar en un futuro "para todos". Lejos del "vamos por todo" de un pasado, el candidato del peronismo llamó a "un futuro sin grieta, sin venganza". Ante la gente en la calle, ante los miles de militantes peronistas, Fernández optó por nombrar a Raúl Alfonsín, histórico líder radical y pidió "seguir trabajando". Con aplausos, con algunos gritos y con el "Se siente, se siente, Alberto presidente", los militantes se fueron con la esperanza de volver en setenta días para darle espacio a un nuevo escenario.
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