Miles de personas se manifestaron ayer en las principales ciudades de Brasil para protestar nuevamente contra las reformas promercado del gobierno de Michel Temer, especialmente contra una nueva ley laboral que entra en vigor el sábado.
En San Pablo, alrededor de 10.000 personas asistieron ayer por la mañana al llamado de las principales centrales sindicales del país, mientras que en Río de Janeiro varios miles hicieron lo propio en la tarde.
La protesta apuntaba particularmente a la flexibilización del régimen laboral, pero también al proyecto de endurecimiento de las condiciones de acceso a la jubilación que Temer espera aprobar antes de que termine el año gracias el apoyo del Congreso.
“Tenemos que protestar para impedir la destrucción del país, la pérdida de conquistas sociales y las amenazas contra la democracia”, decía Telma de Barros, una profesora de 57 años que se manifestó en Sao Paulo, la capital económica y financiera de Brasil.
La reforma laboral otorga supremacía a los acuerdos colectivos en las empresas sobre las disposiciones legales en varios aspectos de la organización del trabajo. También crea la figura del trabajador autónomo exclusivo, pero sin vínculo permanente con la empresa, y carga los costes judiciales a los trabajadores que pierden procesos laborales.