El Lorenzo Arandilla fue testigo de 90 minutos en los que lo más notorio en ambos casos fue el miedo a quedarse con las manos vacías.
Sin arriesgar mucho y con la mente más puesta en la fecha que viene que en la actual, tanto Brown de Adrogué como Talleres de Remedios de Escalada parecieron estar de acuerdo con la idea de repartir un punto por lado. Si bien el Lorenzo Arandilla vio a los locales dominar las acciones en los primeros minutos de juego, con el correr del partido el cero a cero se fue consolidando hasta decretarse incluso antes del pitazo final.
No era imposible imaginar un resultado así, pero por la posición en la que están ambos se presumía una cuota mayor de decisión, que finalmente no existió. Martín Rolón preparó a los suyos para que pudieran tolerar las embestidas de un rival al que preveía más urgido y, en consecuencia, más decidido.
Por su parte, Juan Ignacio Brown alistó a los suyos para hacer incursiones controladas al campo rival, sin dejar flancos abiertos y zonas de acceso para las contras del Tallarín. Se cerró atrás y salió con tenencia ordenada, pero sin profundidad.
Con semejante candado armado por ambos entrenadores, lo único que sucedió fue un continuo de 90 minutos de choques, envíos aéreos, duelos individuales malogrados y fricciones en cadena. Cuando llegó la mitad del primer acto, Talleres ya había descifrado las ideas del local y se las había anulado. Y así siguió hasta el minuto 90.
Ambos suman un punto cuando necesitarían comenzar a meter de a tres, pero con la certeza de que al menos no perdieron. En el caso de Brown, salió a la cancha con Matías Wysocki; Rafael Sangiovani, Carlos Aguirre, Gonzalo Gamarra; Matías Sproat, Tomás Patrizio, Gonzalo Desio, Tomás Sives; Gabriel Tellas y Matías Nouet.
Por su parte, Talleres presentó a Damián Tello; Fernando Duré, Luciano Sánchez, Nicolás Malvacio, Patricio Romero; Tomás Asprea, Norberto Palmieri, Fernando Enrique, Sebastián Benega; Matías Donatto y Diogo Guzmán.