El capitán de Quilmes analizó el presente del equipo y la llegada de Aldo Duscher antes del duelo frente a San Lorenzo por los 16avos de final de la Copa Argentina. Reconoció que el plantel está en deuda con el hincha y pidió respaldo en un momento clave.

Quilmes se prepara para afrontar un compromiso de alto voltaje frente a San Lorenzo por los 16avos de final de la Copa Argentina, en un momento complejo de su temporada. Con el ciclo de Sergio Rondina ya cerrado y el debut oficial de Aldo Duscher como flamante director técnico, el plantel busca reencontrarse con una identidad y ofrecerle una alegría a su gente en medio de una racha negativa en la Primera Nacional.

A horas del choque ante el Ciclón, Iván Ramírez tomó la palabra y ofreció una mirada autocrítica sobre la actualidad del Cervecero. "Sabemos que muchos no confían en nosotros, pero vamos a demostrar que están equivocados. El equipo no tuvo buenos rendimientos, pero es la realidad", afirmó el mediocampista central, que lleva la cinta de capitán y se transformó en una de las voces de referencia del vestuario.

La caída del rendimiento colectivo y la falta de resultados han generado un clima de incomodidad en el entorno del club. La salida de Rondina fue el primer movimiento fuerte en el intento por revertir la situación. Sin embargo, el arribo de Duscher aún no tuvo tiempo de mostrar resultados concretos, y será precisamente este duelo ante un rival de Primera División el primer test serio del nuevo cuerpo técnico.

Ramírez, que no esquivó las responsabilidades, fue claro al señalar la deuda que sienten con los simpatizantes. "Este partido es importantísimo para nosotros y para la gente. No nos gusta la situación y se entiende el enojo del hincha. Los que entramos a la cancha somos los responsables", reconoció, en un mensaje que mezcla autocrítica con compromiso.

El nuevo entrenador, que asumió hace pocos días, intenta imponer una dinámica distinta en los entrenamientos. En ese sentido, el capitán destacó algunos trazos del estilo que propone Duscher: "Estamos adaptándonos a la idea de Aldo. Es un DT que le gusta la intensidad y trabajar al límite. Nos va a hacer crecer como grupo", explicó Ramírez, que también valoró el cambio de aire tras semanas convulsionadas.

Aunque la Copa Argentina no es el objetivo principal del club, en esta coyuntura el partido ante San Lorenzo aparece como una posibilidad concreta de reconstruir confianza y relanzar la temporada. Por eso, en Quilmes entienden que no se trata de un cruce más. "Queremos regalarle una alegría a la gente y pasar de fase", afirmó el volante, dejando en claro que el compromiso es total.

El encuentro no sólo será importante desde lo deportivo, sino también en lo simbólico: un triunfo ante un rival de mayor categoría puede ser el punto de partida para una remontada tanto en resultados como en lo anímico. En un torneo largo y exigente como la Primera Nacional, recuperar solidez y credibilidad puertas adentro puede marcar la diferencia en la segunda mitad del año.

En el entorno del club reconocen que el clima no es el mejor, pero también que hay plantel para más. Con la llegada de Duscher, la dirigencia apuesta a un proyecto que combine trabajo y temple. Y si bien el tiempo es escaso, una victoria en este contexto podría ser mucho más que un pasaje a octavos: sería un gesto concreto hacia una hinchada que, a pesar de los golpes, sigue acompañando.

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