Se haga con o sin crueldad, no es necesario para sobrevivir. Se hace por costumbre, entretenimiento o conveniencia. Hablamos de protegerlos y, a la vez, los destruimos a nuestro antojo. Comprender y rechazar este daño que hacemos impunemente a quienes deberíamos proteger y respetar sería a mi juicio la manera fundamental de prevenir y erradicar la crueldad contra el animal. Hacer cumplir las prohibiciones que hoy existen para determinadas actividades y establecer protocolos de salvataje para determinados casos serían otras maneras aconsejables.
- ¿De qué manera ampara la ley a los animales contra su uso y abuso?- De manera débil, desde varios puntos de vista. De hecho, ampara su uso, y el uso de un ser consciente siempre es abuso. Estamos hablando de seres
sintientes, con motivaciones e interés en seguir viviendo. Disfrutan y sufren, por lo que pueden ser afectados por lo que hagamos, para bien o para mal. Así que deberíamos reconocer sus intereses básicos. El discurso legal es despectivo, porque da cuenta de nuestra relación con ellos y ellas: son "de consumo", "de entretenimiento", "de compañía"... Y cuando se trata de normas ambientales, pasan a ser "recursos" que deben "protegerse", también para uso humano.
Estamos extinguiendo a los salvajes e hiperproduciendo a los domesticados para destruirlos a diario. Pero el Derecho está en crisis porque la relación con los otros animales está en vías de una profunda transformación. Hoy se cuestiona la relación de uso y abuso institucionalizado que hemos aceptado apoyándonos, por ejemplo, en que poseer características supuestamente exclusivas de los humanos –como la racionalidad o el lenguaje–, nos da el derecho para usarlos como mercaderías o devaluarlos éticamente. Son "razones", absurdas e irracionales, para legitimar lo injustificable.
- ¿Cómo podemos contribuir para que los animales tengan una vida más justa?- Podemos ser protagonistas principales de esta contribución. Primero, conociéndolos, apreciando su sensibilidad, observando las especiales cualidades de cada individuo, valorándolos por sí mismos y no de acuerdo a cuánto se nos parecen o al objeto en que podemos convertirlos. Segundo, comprendiendo que la injusticia y la opresión son condenables, cualquiera sea la víctima, reflexionando acerca del inmenso grado de daño, casi siempre con sufrimiento,del que somos responsables. Tercero,abandonando el consumo de productos provenientes de animales y dejando de participaren actividades que los utilicen, de cualquier manera que sea.
El veganismo suma cada día más gente que se rehúsa a participar de la violencia y la esclavitud que moral y legalmente condenamoscuando se trata de humanos. Un mundo sin explotación animal es totalmente imaginable y, por lo tanto, posible.