Transitando ya los días del último mes del año, los eventos de fin de ciclo se intensifican, lo cual conlleva muchas situaciones sociales difíciles de evitar para quienes sufren Ansiedad Social. Lo que para muchos es motivo de festejos para otros es un verdadero cúmulo de angustias.
Despedidas en el trabajo, fiestas familiares, actos escolares, entre otros encuentros, generan trastornos. Esta situación fue confirmada por el Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad, de Argentina, que luego de una profunda investigación explica que en los últimos años se ha registrado un considerable aumento de pacientes que padecen estos trastornos y que es común que a fin de año tiendan a intensificarse. Esta situación va en aumento con la difícil situación socioeconómica que atraviesa el país.

Según la licenciada Gabriela Martínez Castro (MN 18.627), directora del centro y especialista en Trastornos de Ansiedad (CEETA), "las personas en las que se presenta este cuadro, sufren por anticipado dichos encuentros pensando en la fiesta desde muchos meses antes; se preguntan quién irá, dónde y con quién me sentaré, qué tema van a tocar, qué tipo de iluminación habrá; si quedarán o no expuestos, entre muchas otras cuestiones".

Además, explicó que este tipo de enfermos "necesitan tener extremo control sobre las situaciones sociales, ya que temen hacer el ridículo, ser rechazados, aburridos, poco atractivos, o quedar en un incómodo silencio, al cual no saben cómo hacer frente. Lo peor, temen que todos sus síntomas se evidencien, y queden expuestos haciéndolos quedar más en ridículo aún".

Si a todo esto se suma el cansancio y el estrés acumulados durante el año y momentos difíciles que hayan tenido que afrontar, menos fuerza y valor tendrán para hacer frente a dicho cuadro.

En los casos más graves este estrés de fin de año, dispara crisis de pánico y ansiedad generalizada, es decir, preocupación excesiva y altos niveles de ansiedad en el individuo. En pacientes con trastornos de este tipo, la preocupación es muy difícil de controlar y a veces les genera algunos síntomas físicos.

La situación más característica es querer escapar de los encuentros mediante excusas, o proveerse de acompañantes que los ayuden a transitar el engorroso momento.

"Muchos se medican con el fin de atenuar los nervios, con ansiolíticos, o bien con alcohol, lo cual, comienza siendo un principio de solución, pero termina siendo una complicación", agrega Martínez Castro.

Por último, el hecho desencadenante consiste en haber padecido una situación desagradable en la cual haya sufrido el ridículo o haya presenciado el ridículo por seres cercanos. "Los síntomas más frecuentes son la ruborización, temblores, sudoración, taquicardia, deseos intensos de escapar. Con estos síntomas estamos ante la presencia de un cuadro de ansiedad social", explica Martínez Castro. Información: CEETA (www.cee ta.org).

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