La neuróloga Cecilia Serrano afirma que "las quejas por olvidos son importantes a medida que pasan los años" y manifiesta que "hay que discriminar la causa entre vejez o enfermedad".

En general, en un olvido benigno, la persona olvida detalles de una situación y es conciente de lo que le pasa, se preocupa y trata de compensarlo dando una explicación o disculpándose. En cambio, un olvido patológico es un escenario completamente diferente, la persona olvida una situación por completo y es el familiar quien está preocupado”, indica la neuróloga especialista en Cognitivo Cecilia Serrano.

“Las quejas por olvidos son importantes a medida que pasan los años -señala-. El 70% de las personas mayores de 65 años tiene olvidos. De esa proporción solo el 20%, aproximadamente, puede corresponder a enfermedad de Alzheimer”.

Serrano es miembro del comité científico de la Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer y alteraciones semejantes de la República Argentina (ALMA) y está a cargo de Neurología Cognitiva del Hospital César Milstein (ex Francés).

Afirma que “son frecuentes los olvidos en una persona adulta mayor” y hay que “discriminar entre vejez o enfermedad, es una línea delgada, es importante tenerlo presente” y consultar al médico.

La profesional explica que “el olvido benigno es la dificultad de recordar datos, una información relativamente importante, reciente”. Aclara que “en general, quienes tienen olvidos benignos conservan el recuerdo de la experiencia, la información en sí, pero olvidan los detalles”.

Sin embargo agrega que esos datos “pueden ser recordados en otra oportunidad, más tarde. Es el típico olvido cuyo detalle aparece más tarde pero no en el momento que queremos evocarlo y eso nos da bronca. Puede pasar con la memoria episódica, reciente, como también con los nombres”.

En la punta de la lengua

La profesional explica que en “el fenómeno de la punta de la lengua hay una lentitud en evocar un nombre, está más lento el proceso de búsqueda en nuestro cerebro pero nos aparece más tarde o si alguien nos da alguna clave”. Señala que cuando ocurren estos casos, “se la puede ayudar describiéndole para qué sirve o se usa, o dando un sinónimo, activando el cerebro con múltiples búsquedas desde lo visual o verbal para encontrar la palabra o una imagen mental”.

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“Esto puede suceder en un envejecimiento normal -afirma-. Puede aparecer el fenómeno de la punta de la lengua, como una información reciente que no se recuerda pero que se la pueda evocar tranquilamente en otro momento”.

Serrano indica que “en general, en el olvido benigno, la persona es muy conciente de lo que le pasa, a veces se preocupa, consulta sola, trata de compensar dando una explicación, un rodeo o disculpándose”.

Asimismo destaca que cuando el profesional le pregunta al familiar cómo ve a la persona, “le responde bien”, quien está preocupado es el o la paciente, “ese es el perfil psíquico del olvido benigno”.

“En cambio, en el olvido patológico el escenario es completamente diferente. Hay un familiar preocupado. La persona suele minimizar o no darse cuenta de lo que le está pasando, tiene dificultad en recordar datos importantes recientes porque se olvida la situación por completo, como si nunca la hubiera vivido”, explica.

En este punto ejemplifica: “Toda la familia va a un cumpleaños y a la semana siguiente, cuando se sientan a comer, empiezan a hablar ‘viste el cumpleaños de tal’. Y la persona dice ‘¿qué cumpleaños?’ ‘El cumpleaños de tal, ¿no te acordás?’ ‘No, yo nunca fui a un cumpleaños’”. También destaca que “puede ser el caso que se le diga algo pero pregunta mil veces sobre lo mismo y el familiar le contesta ‘ya te lo dije’”.

“Se olvida una situación por completo, niega que alguien le dijo algo, no recupera una información a pesar de las claves que le dan, minimiza el problema. Piensa que no le pasa eso y es el entorno el que miente. Esto habla de una enfermedad, de un olvido patológico”, asegura.

Frente a la pregunta qué pasa con las personas olvidadizas, Serrano indica que puede ocurrir por “fenómenos atencionales. Lo que se debe tener en cuenta es si pasaba o no antes, si cambió, si impacta en la vida diaria, si va al supermercado tres veces al día cuando antes iba una vez, si deja el auto en un lugar, lo buscó y lo encontró la semana siguiente”.

Visita al médico

Sin embargo, señala que “si la persona siempre fue dispersa, se complica cuando envejece”.

“Igual es un límite muy finito -subraya- y precisa de un diagnóstico minucioso y una evaluación psicológica para saber si la persona tiene un problema de atención de larga data o de ahora, si tiene un problema de memoria y de qué tipo de memoria, si la reciente, semántica. Y con un diagnóstico temprano se ganan años de calidad de vida”.

Serrano agrega que “si la persona fue distraída toda la vida, cuando envejece hay que enseñarle a optimizar su rendimiento intelectual para que no disminuya su nivel de atención y memoria: tratar de hacer las cosas una a la vez, darse tiempo, prestar más atención, describir, anotar”, entre otras claves.

Y concluye que “cuando la persona refiere que tiene olvidos, ante cualquier clase de olvido siempre hay que consultar, es un síntoma, hay que ir al médico a ver qué pasa o para desestimar que sea algo”.

En tanto, el jueves se conmemora el Día Internacional de la Enfermedad de Alzheimer. Este año el lema es “Un diagnóstico temprano significa que puedo vivir bien por más tiempo”.

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