Además de la lista de santos que figuran en el clásico santoral católico, también existe una gran cantidad de santos y cultos paganos no reconocidos por la Iglesia Católica, pero que tienen una gran cantidad de seguidores. Uno de ellos es San La Muerte.
Esta figura es venerada, especialmente, en el Norte y Litoral argentino y en Paraguay. La veneración es, sin dudas, más fuerte en Corrientes, y también en el Chaco, Misiones y Formosa.
Su objeto es el de conseguir trabajo o de no perderlo, hallar cosas perdidas, obtener el amor de alguien, vengarse de un desaire, de una afrenta, de un mal recibido o por no ser correspondido afectivamente.
El mito nació a mediados del siglo XVIII, en tiempos de las misiones jesuíticas guaraníes, en la zona cercana a la provincia de Corrientes, donde la creencia se mezcló con elementos de la fe católica y también con la de los africanos esclavos.
Las leyendas
Según cuenta una leyenda, un monje que curaba a los aborígenes y humildes fue acusado de brujería y encerrado en una celda con puerta sellada.
La historia cuenta que la comida se le pasaba por debajo de la puerta, pero un 20 de agosto, para comprobar el estado en el que se encontraba, los carceleros ingresaron a su celda y encontraron sólo sus huesos.
Sin embargo, el cuerpo esquelético se encontraba de pie, y por sí mismo levantó su mano y señaló al hombre que lo acusaba de brujería. A los pocos días ese hombre, junto a sus compañeros, murieron de misteriosas enfermedades.
Por otro lado, existen otras historias relacionadas. Algunos dicen que efectivamente se trataba de un monje, pero que el nombre “Señor de la Muerte” se le había otorgado por su preocupación de curar a los leprosos y sus restos consumidos encontrados en forma vertical, anormal en la muerte humana.
También existen relatos sobre el origen de este personaje, que lo describen como a un monje que fue ejecutado en la hoguera pero está considerado un origen apócrifo.
El amuleto
Este santo es venerado especialmente entre las personas con vidas violentas, ya que se lo considera un paliativo contra los enemigos, por esa razón tiene muchos adeptos en las cárceles y entre los delincuentes.
Se lo conoce también con los nombres de Señor de la Buena Muerte, y Señor La Muerte. El amuleto que lo representa sólo tiene efectividad si se encuentra bendecido por un sacerdote católico.
Al ser de origen apócrifo, los fieles logran que un cura católico bendiga haciendo trampa. Cuentan que los seguidores de San La Muerte esconden la estatuilla de esta deidad pagana en su mano y acuden a la Iglesia con una estampita en la misma mano, a la cual le piden al párroco que se la bendiga y, de este modo, logran la bendición de ambos objetos.
Asimismo, señalan que el paso posterior para lograr la efectividad del objeto es llevar el amuleto durante siete viernes seguidos a otras iglesias. Luego ya se puede utilizar para lograr hacer un “mal” a alguna persona enemiga, a través de oraciones.
Muchos usan las estatuillas a modo de colgantes, pero varios han optado por colocarse las pequeñas figuras debajo de su piel, y otros también se tatúan al santo, que es representado con un esqueleto tapado con una túnica que carga una guadaña.