La nena llegó angustiada a su hogar, tras asistir a clases en una escuela de Lanús Este. Consultada por su madre, la alumna, de 12 años, relató que sus compañeros de aula practicaban desde hace una semanas un juego llamado "Charly-Charly", que es una versión simplificada de "La Ouija" con el objetivo de convocar a espíritus, que derivó en cambios de personalidad de los participantes y hasta cortes en los brazos.
El caso fue revelado a Diario Popular por el sacerdote Manuel Acuña, precisando que "todo el episodio terminó con una intervención lamentable de las autoridades educativas de la escuela, de gestión privada y católica, porque la madre de la menor alertó sobre la práctica, pero minimizaron la situación, y le dijeron a los chicos que no debían tener miedo alguno".
"Esta práctica se viene extendiendo, de manera alarmante, entre alumnos y alumnas de escuelas de todo el país, pero con especial anclaje en el Conurbano Bonaerense y la Capital Federal. En ese marco, queremos denunciar que las autoridades educativas no están realizando un abordaje adecuado acerca del flagelo", sostuvo Acuña.
La madre de la alumna de la escuela de Lanús explicó que su hija regresó de clases con mucha angustia, y posteriormente comenzó contarle que sus compañeros venían practicando en el aula y en sus casas el juego llamado "Charly-Charly", que consiste en invocar un espíritu para realizarle consultas sobre el presente y futuro de los participantes.
"El problema, al margen de la peligrosa invocación para quienes somos creyentes, es que los participantes comenzaron a registrar modificaciones en su conducta hasta ese momento, entonces experimentaron pesadilla, insomnio, ataques de pánico, y luego cuadros depresivos abruptos y cortes en el cuerpo, autoflagelaciones", explicó el cura Acuña.
De acuerdo a lo que pudo averiguarse, la madre de la pequeña intentó conversar con el responsable religioso de la escuela católica, con la intención de explicarle la problemática en detalle, pero no tuvo chances, aunque fue recibida por el personal del gabinete psicopedagógico, cuyos integrantes le quitaron dramatismo.
"No fueron receptivos con la mujer. Posteriormente, una profesional estuvo en el aula de los chicos para decirles que no debían tener miedo alguno, porque se trataba de creencias falsas. Todo esto dentro de un colegio religioso. Considero que es un abordaje erróneo, porque habilita a los niños a ponerse en riesgo", dijo Acuña.
La madre de la menor fue contundente al explicar que varios de los participantes del juego desarrollaron, con los días, actitudes negativas, incluso con cortes en sus extremidades. "La mujer nos envió un correo electrónico, porque está desesperada, ya que no recibió ningún tipo de contención en relación a lo que fue a relatar a la institución educativa. Llama la atención esta actitud negatoria, cuando el propio Papa Francisco viene haciendo foco en la creciente presencia del demonio en nuestras vidas, y la necesidad de acercarnos a Dios", dijo el sacerdote.
"Es necesario que las autoridades escolares se tomen en serio esta problemática. Sean creyentes o no. Las consecuencias espirituales son severas, porque lo que se invocan son espíritus de personas fallecidas. Mientras tanto, el participar de estas actividades también deja huellas psicológicas complejas, externas a las familias", cerró Acuña. El juego Charly-Charly consiste en cruzar dos lápices sobre una hoja de papel, con líneas rectas verticales y horizontales que dividen el espacio en cuatro rectángulos, donde los participantes escriben "Si" y "No".
De esa manera, el espíritu convocado es consultado sobre alguna cuestión del presente o futuro de los jugadores, esperando que los lápices se muevan en dirección de las palabras, para confirmar o rechazar la pregunta.