La vida onírica tiene un alto contenido erótico porque allí se expresan los deseos en su estado puro, sin el freno de la corrección. Por qué no siempre son satisfactorios y el papel de las fantasías sexuales que se tienen en la vigilia
Cuando la luz se apaga, entre sábanas, la mente se abandona y comienza una nueva vida en que se liberan los deseos y temores más profundos, los que, en general, las personas son incapaces de reconocer cuando están despiertas. Desde hace siglos el hombre se ha interesado por los sueños y sus interpretaciones, buscándoles su origen y significado. Sobre este tema onírico hay de todo, desde la versión freudiana hasta los hechiceros primitivos. Los sueños eróticos son distintos de la conducta sexual y social que se practica estando despiertos. Aquellos pueden ser violentos, disparatados, arrebatadores, perversos, hasta mostrar conflictos sexuales íntimos no resueltos y necesidades emocionales ocultas, que revelan miedo a la intimidad y previenen contra determinadas relaciones. La mayoría de las mujeres tiene sueños eróticos ocasionalmente. Una investigación que se ha realizado hace algún tiempo reveló que de ocho mil mujeres, cerca del 70 por ciento, había tenido sueños eróticos en algún momento de su vida. Un porcentaje sustancial, incluso, habían tenido un orgasmo durante dicho sueño. Esto demostró también que los sueños eróticos tienden a aumentar antes del período menstrual y durante el embarazo. La doctora Verónica Tonay, de la Universidad de California, ha estudiado durante los últimos dos años más de 2.500 sueños eróticos, en un grupo de 167 mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 50 y ha constatado que el cuatro por ciento de sus sueños se refiere a temas sexuales que van desde la relación ardiente hasta el orgasmo. El contenido sexual de los sueños es más frecuente cuanta menos actividad sexual exista en la vida real, aunque su contenido, a veces, suele ser doloroso y frustrante. Estas características son la expresión de la sociedad, que en los últimos años manifiesta una gran violencia y la gente siente una importante frustración provocada por el estilo de vida. La imaginación es una de las características distintivas de los seres humanos y las fantasías representan sus costados más fértiles. Es la facultad que tiene el ánimo de reproducir, por medio de imágenes, las cosas pasadas o lejanas o representar los ideales en forma sensible de idealizar. Sus manifestaciones y contenidos son tan ilimitados como los resortes internos que se mueven para generarlos. Abarcan desde las que sirven para excitarse hasta las que tienen un uso terapéutico, permitiendo mantener activa la capacidad de asombro y comprender cuán infinito es el universo de la temática sexual. Las fantasías eróticas son básicamente aquellas cuyo contenido se centra en lo sexual. Se hallan en un nivel intrapsíquico, desde donde se proyectan pensamientos ilusorios, cargados con los contenidos de la memoria sensitiva: olores, gustos, sonidos, colores, etc. En muchos casos, lo que se fantasea son emociones, hechos vividos concretamente en el pasado o invenciones absolutas de la persona. La imaginación permite transportar al individuo sin ningún costo adicional, a situaciones deseadas o prohibidas. Las fantasías son el vehículo de los más ocultos deseos del ser humano; algunos inocentes y otros no tanto. Suplen determinados espacios de la realidad, cuando aparece alguna dificultad para interpretarla, comprenderla, aceptarla o soportarla. Irrumpe la fantasía y se filtra en el sueño. Como decía el escritor Ray Bradbury: “Hay que inyectarse todos los días con fantasía para no morir de realidad”.

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