El juego del Hombre es originario de España y se practicaba durante el siglo XVIII. La característica del juego es el individualismo. De ahí su nombre, ya que es un juego en el que el jugador "el hombre" se enfrenta solo a sus adversarios, que a su vez también juegan solos contra él para intentar derrotarlo. Se juega con barajas españolas de 40 naipes y pueden participar entre 3 y 4 jugadores. El objetivo principal de juego consiste en los juegos parciales, conseguir ganar cinco bazas por lo menos si se es el Jugador o bien impedir que éste lo logre si se es la contra, para ganar así los tantos en juego. Una partida de El hombre, puede durar dos horas. Hay que tener en cuenta que es un juego difícil, al que habrá que dedicarle bastante tiempo para jugarlo correctamente.
El hombre se disputa entre cuatro jugadores, aunque en cada juego parcial sólo son tres los que reciben cartas y las juegan. El cuarto jugador se limita a repartir las cartas, pero cobra y paga como los demás de acuerdo con el resultado del juego. Este cuarto jugador recibe el nombre de alcalde o zángano. Naturalmente, el turno de repartir es rotativo y en cada juego parcial le corresponde a uno de los jugadores. Si los jugadores fueran sólo tres, en cada juego correspondería dar al jugador anterior la mano, que también se daría cartas para sí mismo. El resto del juego se desarrolla como si los jugadores fueran cuatro.
Antes de comenzar, cada jugador recibe una serie de fichas de diferentes valores y colores en tantos: de 5, 25, 50 y 100 tantos respectivamente. Se inicia el juego con el sorteo de los lugares en la mesa. El jugador al que le correspondió repartir da las cartas a los otros que las estudian y las valoran.
Tras estudiar las cartas, los jugadores inician la subasta, hasta que uno de ellos se convierte en el Jugador por haber pasado los otros dos.
Una vez establecido el triunfo, bien por anunciarlo el Jugador (entrada o solo), por ser de Palo de favor o por haber dado vuelta a la primera carta de la baceta (vuelta), los jugadores hacen sus descartes y recomponen las manos con las cartas de la baceta.
El que gana una baza se convierte en el jugador mano para la siguiente. Cada jugador coloca las bazas que ha ganado delante suyo, montando y cruzando unas sobre otras, de modo que se pueda ver cuántas bazas tiene cada jugador.