El director técnico nunca logró que el equipo juegue como él pretendía que juegue y fue construyendo su salida fecha a fecha.

Muy probablemente, Pablo Frontini hubiera querido dejar de ser el entrenador de Temperley incluso ante del debut en la Primera Nacional. La frustración tras no contar con una base del torneo anterior fue el cimiento de una construcción nada sólida que terminó por derrumbarse, pese a los esfuerzos de todos, cuando él decidió darle el empujón definitivo. La relación con la dirigencia, la fractura con el plantel y el descontento de la gente colmaron un baso que él mismo desbordó con un enfrentamiento provocado con los referentes.

La salida, al menos por razones futbolísticas, se podría haber consumado varias fechas atrás. Cultor de un buen fútbol que jamás estuvo presente dentro del terreno de juego, el DT batalló contra su gusto, contra las preferencias del plantel y contra la dirigencia y los medios partidarios, que al finalizar cada partido nunca coincidían con su análisis. A Frontini le sobraban motivos, pero buscó una excusa.

Luego de haberse sancionado el penal ante Atlanta, Lucas Angelini, a quien el DT ubicaba como titular desde la derrota ante San Telmo, tomó la pelota y, disputa con sus compañeros mediante, abrió el marcador. Era el mismo Angelini que con un remate lejano, donde el arquero tuvo más responsabilidad que él mismo, le había dado el triunfo ante Madryn en el Sur. Cuentan en el club que, por haberse hecho cargo de un penal que no le correspondía, Frontini pretendía bajar al lateral izquierdo a la Reserva. Lo podría haber hecho cuando absurdamente se hizo expulsar, pero el penal fue más importante. La respuesta de los referentes se volcó hacia su compañero y el técnico anunció lo que tanto deseaba: su renuncia.

Pero el Consejo de Fútbol a cargo de Gastón Aguirre y Emiliano Gianunzio, secundados por la dirigencia, decidieron no aceptar la dimisión. Luego de eso, fueron 48 horas sin entrenar para el plantel hasta que finalmente se formalizó la salida del ex entrenador de San Telmo.

Frontini renuncia a su cargo no solo porque los resultados y el juego no aparecieron, o porque su relación con el plantel estaba fracturada; renuncia porque, luego de haber hecho gala de su frontalidad y si estilo "no cassetero", no puede decir que no sale lo que pide porque muchos de los ejecutantes no son lo que él necesitaba. Los centrales no son los que quería, pidió un volante central y trajeron a un jugador que no está habilitado para jugar, y porque los jugadores en los que se apoyó no rindieron.

Y en su salida está implícito algo de la idiosincrasia gasolera que él mismo no supo interpretar: los objetivos de máxima se plantean siempre, con prescindencia de la cantidad de recursos. Porque el Temperley de Ricardo Rezza no tenía el mejor plantel y llegó a Primera; porque al Temperley de Gustavo Alvarez no le sobraba nada y se salvó con partidos de altísimo nivel de juego; y porque el Temperley que se metió en los cuartos de final de la Copa Argentina y cayó de pie ante un Talleres muy superior tenía más material que técnico, y peleó igual.

Mañana, ante Almirante Brown, Temperley celebrará los cien años del Estadio Alfredo Martín Beranger con Mariano Campodónico como DT interino, algo que parece ideal para que la festividad tenga en el banco alguien que entiende qué es un club que se conoce como "la familia más grande del Sur".

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