Grabada en varias escuchas, a La Cheta se le adjudica establecer las pautas para el planeamiento de cada robo, que tenían -en su mayoría- a abuelos como víctimas, sobre quienes ejercían extrema violencia. Su madre, imputada por “encubrimiento simple”.
Tamara Elisa Blanco (22), la universitaria que está detenida acusada de integrar una banda que se dedicaba a asaltar abuelos en la zona Sur del Gran Buenos Aires, era una especie de “consejera” de la organización delictiva, en la que imponía pautas para el planeamiento de cada robo y opinaba sobre la conformación de los integrantes. Así lo sospecha el juez de Garantías Damián Véndola, quien la semana pasada le dictó la prisión preventiva.

Tamy, que fue grabada en varias escuchas telefónicas, está detenida en la alcaidía que se encuentra en la Unidad Penal 45 de Melchor Romero, en las afueras de La Plata. Deprimida y a la espera de ser llevada a otra cárcel, el jueves pasado decidió cambiar de estudio jurídico. Ahora la defiende el ex juez Daniel Llermanos, quien prepara contrarreloj la apelación a la prisión preventiva, lo que en definitiva llevará el caso a la Cámara Penal de Quilmes, donde se decidirá si la joven deberá permanecer encarcelada hasta el juicio oral o bien podría esperar el debate en libertad. Se trata de la última apuesta de La Cheta para evitar pasar los próximos meses en una prisión bonaerense.

Los robos, por los que hay diez detenidos (nueve de ellos con prisión preventiva), ocurrieron entre el 23 de marzo y el 15 de agosto pasados. Son en total quince hechos. Pero la fiscal María de los Angeles Attarián Menna, que trabaja con un equipo de investigadores de la DDI de Quilmes, han seguido buscando pruebas de otros hechos. En total, ya habrían probado que, además de esos 15 asaltos iniciales, la banda habría cometido al menos otros 20 robos violentos.

Precisamente, por la DDI de Quilmes, cuyo jefe es el comisario mayor Vicente Melito, han desfilado decenas de abuelos que han sido víctimas de asaltos en el último año. En veinte casos, según comentó una alta fuente de la investigación, han reconocido elementos secuestrados a la Banda de La Cheta como de su propiedad, por lo que estos nuevos hechos serán adjuntados a la causa en los próximos días. En rigor, ampliarían la acusación contra los acusados.

En cuanto al novio de Tamara, Emanuel Matías García (23), trascendió que la semana pasada fue llevado a la Unidad Penal Nº 9 de la ciudad de La Plata, donde fue alojado en el Pabellón de Admisión, mientras su defensa prepara la apelación a la prisión preventiva. En dicha resolución, el juez Véndola lo consideró el cerebro de la organización delictiva. En el escrito, el magistrado destacó que, según las pruebas, Emma era el que supuestamente entraba a las viviendas, intimidaba a las víctimas, determinaba qué robar, elegía las armas que iban se iban a utilizar y digitaba la función de cada uno de los integrantes de la banda. Siempre, tal como se destaca en la preventiva, con el asesoramiento de su novia Tamara, para quien el doctor Véndola le endilgó una función muy particular: “consejera”.

Los otros presuntos delincuentes que quedaron detenidos con prisión preventiva son Giuliano Roque Dº Lorenzo (23), Federico Martín Carafini (28), Gastón Alfredo Alba (33), Claudio Adrián Stohge (28), Federico Omar Ibarra (33), Nahuel Matías Peratta (28), Mariano Rusiechi (24) y Martín Diego Van Kemenade (28). Mientras que al supuesto décimo integrante de la banda, de apellido González Mosquera, aún no se le pidió la preventiva, porque recién fue acusado la semana pasada, cuando se comprobó que una huella suya apareció en una de las viviendas asaltadas. Este hombre ya estaba preso, pero por un robo a una joyería de la ciudad de La Plata.

Tamara, Stohge y Rusiechi habían pedido, con distintos argumentos, arrestos domiciliarios, para evitar ser enviados a unidades penales bonaerenses. El juez Véndola, al analizar la causa y dictar las preventivas, rechazó cada uno de los planteos de las defensas. Si bien la participación en una asociación ilícita podría permitir excarcelaciones, el magistrado agravó la acusación al tener en cuenta, entre otros puntos, la cantidad y la edad de las víctimas, la innecesaria violencia con la que actuaron y la nocturnidad de los hechos.

Hilda, una abuela de 81 años con domicilio en Berazategui, fue una de las víctimas de esta peligrosísima organización delictiva. Esta mujer estaba sola cuando, en horas de la madrugada, fue despertada por delincuentes, que la golpearon para robarle los ahorros, algunas joyas, electrodomésticos y una computadora Notebook marca Acer que fue encontrada por la Policía en la vivienda de la abuela de Tamara, en Emilio Lamarca 1.109 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires . La jubilada, debido al estrés del robo, sufrió un ataque cardíaco, por lo que terminó internada en grave estado.

Otro salvaje ataque sufrieron los abuelos Nélida (84) y Miguel Angel (86), quienes el 26 de junio fueron despertados por los delincuentes. En este caso, el matrimonio de jubilados fue brutalmente golpeado con la culata de una pistola. “Cuando llegaron los familiares, los abuelos estaban en medio de un charco de sangre”, dijo un vocero, quien recordó que “este caso nos generó gran indignación, había que ver a esos viejitos tan lastimados”.

Otro capítulo aparte es la acusación contra la madre de Tamara, Ana, una martillera que vive en un semipiso de las Barrancas de Belgrano, en 11 de Septiembre 1.878. La mujer, que aparece en varias escuchas “aconsejando” a su hija y a su yerno Emanuel, quedó imputada por el delito de “encubrimiento simple”, debido a que en su casa hallaron una cadenita que había sido robada por uno de los abuelos asaltados. Por la calificación del hecho, Ana no será detenida.i

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