Aunque esté frente al Uruguay, por cuestiones de profundidad, pertenece a la Argentina. Escenario de distintos episodios de nuestra historia, convoca por ellos y por conservar la flora y fauna similar a los tiempos de Pedro de Mendoza. Una cárcel junto a una panadería de excelencia más un excéntrico edificio de cine realzan más su magnetismo.
A lo largo de nuestra historia y de nuestras vidas, mucho se ha hablado de la isla Martín García. ¿Pero qué es lo que hay para ver en Martín García?

Un teatro-cine, un antiguo penal, un pequeño museo, el viejo faro, senderos que aún conservan su naturaleza virgen, la historia política de nuestro país, además de los panes dulces más ricos del mundo, eran algunas de las respuestas más comunes cuando le formulaba la pregunta a alguien que la había visitado.

No había dudas de que conocer una de las islas más hermosas del Delta se había transformado para mí en una verdadera necesidad.

La isla Martín García -conocida por la mayor parte de los argentinos sólo por referencia- está estratégicamente ubicada en el Río de la Plata, sobre la desembocadura del arenoso río Uruguay.

Si bien pertenece a la República Argentina, se encuentra más cerca del país limítrofe (distante a sólo 3,5 kilómetros de la República Oriental del Uruguay) que del nuestro, del que la separan casi 35 kilómetros (Puerto del Tigre).

Fue descubierta en febrero de 1516 por Juan Díaz de Solís, quien mientras buscaba un paso interoceánico se topó con el dulce Río de la Plata. Solís, desconcertado por ver un mar tan grande cuyas aguas no eran saladas sino dulces, lo bautizó, como era de esperarse, Mar Dulce, y fue durante estas exploraciones que la isla fue descubierta.

En altamar, muere uno de los tripulantes más queridos. En su honor, la recién avistada isla fue bautizada como "Martín García".

La isla, a diferencia del resto de las islas del Delta, es un desprendimiento rocoso del plegamiento precámbrico del macizo de Brasilia y tiene 1.800 millones de años. Distinto es el origen del resto de las islas del Delta, que se forman por acumulación de sedimentos provenientes de los ríos Paraná y Uruguay.

Posee una superficie de 168 hectáreas y su expansión anual es de 30 a 50 centímetros. Tiene una altura de 27 metros sobre el nivel del mar y es lo suficientemente húmeda para albergar una vegetación extraordinaria: allí se encuentran selvas en galería y la típica flora y fauna del Delta, el último coletazo de la selva misionera.

La isla siempre estuvo en el mismo lugar, inmutable. Pero, a diferencia de las sólo 3 horas que hoy la separan de la Ciudad de Buenos Aires, años atrás, llegar hasta allí no era cuestión de horas sino de días, y de varios días.

En la época de la colonia, el lugar era ideal para albergar a los presos más peligrosos de la Ciudad de Buenos Aires, como así también de la vecina Montevideo, en ella estuvieron alojados argentinos como el ex presidente Perón, hasta un par de días antes del 17 de octubre de 1945, y los ex presidentes constitucionales Hipólito Yrigoyen y Arturo Frondizi, tras sus respectivos derrocamientos.

Hoy pueden visitarse no sólo los edificios de la famosa cárcel, la célebre panadería y el rarísimo edificio del cine, además de hacer un recorrido francamente deslumbrante.

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