Es uno de los pocos teatros del mundo que produce vestuario, decorados, peluquería, escultura y zapatería, entre otros; se puede visitar y conocer toda su historia.
El Colón es uno de los pocos teatros del mundo donde se fabrica todo lo que está en el escenario: vestuario, muebles, zapatos, elementos de utilería, grandes y pequeños objetos y todos los efectos especiales que encantan y cautivan al público. "Todo lo que se ve en el escenario se hace en los talleres propios. Nada se contrata afuera. Se recibe la materia prima y se elabora dentro de sus talleres porque además el Colón tiene una escuela de oficios", afirma Silvia Tissembaum, coordinadora general de Teatro Colón Fábrica.
Aída, Madame Butterfly, La Bohème, Un tranvía llamado deseo y Don Carlo son algunas de las producciones del primer coliseo porteño cuyas escenografías y vestuarios se exhiben en Av. Pedro de Mendoza 2163, a pocos metros del Riachuelo, en el barrio de La Boca.
Allí se lucen las pelucas hechas artesanalmente con pelo natural; y los trajes se guardan con el talle y el nombre de quien lo usa cada vez que sube a escena. Mayormente, está permitido tocar los objetos para percibir sus distintas texturas y advertir que aquello que parecía hierro o madera es, en realidad, telgopor, papel maché u otro material largamente trabajado que simula ser otra cosa.
En Colón Fábrica se puede crear y realizar todo lo que necesita una programación de excelencia. El equipo de profesionales es capaz de elaborar los elementos con el nivel de detalle y precisión necesario para ser visto claramente desde todos los puntos del Teatro. El palco más alto y los niveles de tertulia, cazuela, paraíso pueden apreciar su trabajo.
Algunos materiales no pueden exhibirse. Otros salen de este lugar para volver a subir al escenario cuando se repone una producción, como sucedió recientemente con Aída. Cuando baja del cartel, los elementos vuelven. "Este es un espacio dinámico al que entran y del que salen cosas todo el tiempo", sostiene Tissembaum.
Lo mismo sucede cuando las producciones se presentan en el exterior. De reconocimiento internacional, el Colón genera un capital cultural que se exporta. Es así como, por ejemplo, cada material elaborado para Madame Butterfly fue enviado para San Pablo, Brasil, en su momento. Luego de pasar por el escenario paulista, los elementos volvieron y están en exhibición.
El espacio de Colón Fábrica abre sus puertas de jueves a domingos y feriados, entre las 12 y las 18 horas. Los recorridos por la muestra son ágiles y generosos en información, detalles e historias y atraen a los visitantes. Los hay libres y guiados para adentrarse en la magia del detrás de escena. Las entradas se pueden comprar a través de la web (www.teatrocolon.org.ar), en las boleterías del Teatro (Tucumán 1171) o las de este mismo espacio.
Porque conviven el arte y el patrimonio, los oficios ancestrales y las producciones que hicieron historia, el circuito por Colón Fábrica es una de las experiencias más fascinantes de la Ciudad.