Muchas veces el progreso también es sinónimo de destrucción, de tierra arrasada. Aunque siempre esa destrucción termina siendo material porque lo que nunca desaparece es la memoria de los edificios que sucumben ante los avances edilicios. Uno de esos casos emblemáticos es el de la esquina de Jovellanos y Martín García, en el barrio de Barracas, donde se alzó por muchos años el edificio de imprenta de Editorial Kraft.
El edificio, de ladrillos rojos, tenía una construcción arquitectónica muy particular pero a fines de la década del 60 la Editorial cerró sus puertas y la estructura tan bonita de ese edificio se fue modificando de dueños pasando primero por un taller textil, de sentir el abandono y la visita de todos tipos de roedores, hasta convertirse en un supermercado.
Fue justamente a fines de 2011 cuando apareció finalmente un cartel de demolición parcial y obra nueva que anunciaba un hipermercado con patio de comidas y patio infantil con alturas y superficies similares a las que ya imperan en la zona. Esa orden terminó modificando para siempre la estructura del lugar ya que los interiores del edificio histórico desaparecieron, se mantuvieron las fachadas pero la obra terminó quedando a mitad de camino lo que hizo que se perdiera la habitual vista de las calles Jovellanos y Martín García.
Guillermo Kraft fue uno de los personajes emblemáticos e históricos del barrio. Nació en el ducado de Brunswick, Alemania, y ya desde muy joven sintió atracción por las artes gráficas. Fue exactamente el 4 de mayo de 1864 cuando Kraft se instaló y abrió un pequeño taller en la calle Reconquista 83, que luego se transformó en uno de los establecimientos más importantes de la industria gráfica nacional. Por aquellos años en Buenos Aires los talleres gráficos eran muy requeridos ya que la explosión literaria hacía imposible poder abastecer a todos los porteños por eso que la idea de Kraft fue realmente revolucionaria y muy beneficiosa para la familia.
Hacia 1880, su “Imprenta y Litografía” era reconocida en todo el continente por su perfeccionada técnica de impresión polícroma. La policromía, el arte de pintar o decorar con varios colores tanto las obras bidimensionales (pictóricas) como ciertas partes de obras tridimensionales (escultóricas o arquitectónicas), era una técnica que no estaba afianzada en esta parte del mundo y fue Kraft el que la trajo y de ahí su popularidad. Se posicionó en el mercado del libro ilustrado denominado de “semilujo”, destinado a los sectores medios y altos de la población. Se especializó también en la impresión de papel moneda, estampillas, títulos y billetes de lotería. También fue un activo promotor cultural, llevó adelante concursos literarios, donde obtuvo el primer lugar Rosaura a las Diez de Marco Denevi.