Hace 469 años, el cosmógrafo Enrico Martínez registró una serie de sucesos en el Cielo del Virreinato del Perú. ¿OVNIS?. Antonio Las Heras analiza los hechos.

¿Será éste el primer registro histórico de OVNIS en América? Enrico Martínez, Cosmógrafo de Su Majestad Española, destacado en el Virreynato del Perú, a la sazón creado dos años antes, escribe el viernes 13 de enero del año del Señor 1553, lo siguiente: “... cincuenta y dos días antes que matasen al general Hinojosa, a las siete de la mañana, apareció en el cielo, en el asiento de Porco, el cerco grande que pasa por medio del Sol natural, y era todo blanco, de grosor de un palmo; tendría éste al parecer media legua de diámetro".

"El sol natural estaba algo bermejo que tiraba a sangre -agrega-, y los dos colaterales muy bermejos y hechos sangre, de tal manera que el resplandor y fuego quitaba la vista a los que miraban. Las dos lunas fronteras eran a manera de lunas blancas y algo bermejas que tiraban a sangre; los dos arcos que se parecen eran azules y colorados, como suelen aparecer; el arco pequeño era más ancho que el otro grande".

El relato de Enrico Martínez continúa: "El cometa que se parece fuera del cerco estaba muy encendido de color de fuego y hecha sangre, con una formidable cabeza crespa y del mismo modo la cola. Fue visto este prodigio en el asiento de Porco y en todos sus contornos. El cometa se vio por espacio de siete días al amanecer sobre el rico cerro de Potosí, con otros dos arcos, uno muy blanco que parecía plata bruñida; el otro estaba encima de éste y era colorado que tiraba a sangre y resplandecía como fuego; el un cabo de este arco remataba en uno a manera de un rayo caracolado de color sangre.”

“Luego que se vieron estas señales en Porco y Potosí comenzaron los españoles a discurrir sucesos venideros -se indica en el documento que tiene 569 años-. Don Sebastián de Castilla, como se hallaba en la ocasión en esta Villa, y Francisco Hernández Girón en su repartimiento de Chaqui, entre ambos preguntaron a los indios la significación de aquellas señales, no por entender que les habían de responder como astrólogos, que no lo eran, sino por adivinos y por saber que el Demonio todavía era su oráculo. Los Indios admirados, tapándose los rostros y escupiendo al aire, dijeron a voces: Aucca, Aucca, Mayccan Apihuafiucca. Palabras con que los indios significan algún mal suceso, acción abominable o ruina espantosa, que todo cabe en la palabra Aucca y también dan este nombre al enemigo visible e invisible".

"La palabra Mayccan Apuhuañucca quiere decir que morirá algún gran señor -sigue la narración-. A don Sebastián de Castilla le respondió el Indio Pumasonco (que se interpreta como “corazón de león” y que tenía fama de ser muy sabio) estas razones: coyllamanta Isahuancamacccorman puncca. Y vuelto en castellano dice que ‘dos lunas de poca luz a ser soles subirán; y del cerco del mayor, caída sangrienta darán’. Dichas estas palabras por los Indios e interpretadas por los españoles, no hicieron caso de ellas ni menos quisieron aplicar aquellos presagios para sí, ni advertir si podrían ser correspondientes al efecto de su abominable intención; pero ello sucedió conforme a lo que previnieron y declararon los indios.”

El general Hinojosa, primer Corregidor y Justicia Mayor de Chuquisaca y de la Villa de Potosí, murió asesinado cincuenta y dos días después de que comenzaran a observarse estos prodigios cósmicos. El miedo a lo desconocido. Un íntimo sentimiento de culpabilidad. Y surge la respuesta para aquellos ignorantes: la Mano Divina había anunciado su ira. Nicolás de Martínez Arzanz y Vela es preciso en su crónica cuando afirma que “es estilo de la justicia de Dios prevenir sus castigos con advertencias y señales y fueron notables las que amonestaron a Girón y Castilla anunciándoles sus muertes”.

Hoy. Ya iniciado el siglo XXI y recorriendo nuestras sondas espaciales los más atractivos laberintos del Sistema Solar, buscamos –es obvio– una explicación lógica para tales sucesos. No sin dejar cabida a la imaginación, es cierto. Una respuesta razonable para este interrogante: ¿Qué sucedió en los cielos de América a mediados de enero de 1553?

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Pienso en varias posibilidades. Analicémoslas:

1°) UN FENÓMENO ASTRONÓMICO: El relato menciona la aparición de un cometa situado sobre el Cerro de Potosí. Un cometa, al parecer, tal como los define en la actualidad la Astronomía 2 : con enorme cola y cubriendo buena parte de la bóveda celeste. Junto a éste, otros dos cometas brillantes, imitando la plata bruñida. Y aquí comienzan las dificultades.

Porque si bien el fenómeno fue visualizado durante una semana en cada amanecer, la magnitud y esplendor descriptos obligan a pensar que idénticas observaciones debieron realizarse desde distintos puntos del globo terráqueo. Llenando, también, de temor a neófitos y cosmógrafos. ¡Pero no sucedió así! ¡Era un fenómeno local! Privativo de una pequeña región que en la actualidad– ocupa un modesto sector en el este de Bolivia, donde todavía está el pueblo de Potosí.

Queda claro que no se trató de un fenómeno astronómico, dado que estos sucesos no son locales sino que pueden ser apreciados desde cualquier punto de la Tierra. No era un cometa en el sentido astronómico de la palabra. No se trataba de un integrante del Sistema Solar acercándose a su perihelio.

¿Qué era entonces?

2°) UN FENÓMENO METEOROLÓGICO: Los fenómenos surgidos en la atmósfera sí pueden ser locales. Varios factores convergentes me hacen pensar que podríamos estar en presencia de una conjunción de hechos meteorológicos raros y extraños que por arbitrio de Natura se produjeron a un , mismo tiempo.

En primer lugar, según se desprende del relato del cosmógrafo Enrico Martínez, los acontecimientos tuvieron lugar al amanecer y bastante cerca de la línea del horizonte.

Dos cosas me llevan a suponerlo: a) Ubica a los cometas sobre el Cerro de Potosí; b) menciona dos lunas colaterales al Sol; y siendo al amanecer éste se encuentra a pocos grados sobre el horizonte. Así ubicados e imaginando ciertas condiciones atmosféricas particulares es posible que se produzcan algunos curiosos fenómenos meteorológicos.

Son ellos:

–Aparición de varios soles. Debido a turbulencias en las diversas capas de la atmósfera, ésta actúa como un espejo produciendo dobles. Así, en algunas ocasiones, se llegaron a observar hasta cinco soles a un mismo tiempo.

El 25 de octubre de 1976 (atiéndase a la fecha: 1976) cuatro soles brillaron a un mismo tiempo en el cielo de la ciudad de Dudinka, situada en el norte de Siberia (U.R.S.S.). El fenómeno fue debidamente seguido y analizado por hombres de ciencia –entre los que se encontraban meteorólogos y astrónomos –, llenando de asombro y curiosidad a los pobladores.

Todo estaba normal. El cielo bastante despejado. Y de pronto no había más un Sol, sino cuatro. ¿Qué estaba ocurriendo?

Los estudiosos dedujeron que la refracción de los rayos solares interceptados por cristales de hielo a gran altitud produjeron la formación de otros tres soles inmateriales e intangibles pero que –a ojo desnudo– parecían brillar y ser tan reales como el que viene dando calor y luz a todo el Sistema Planetario desde hace miles de millones de años.

Fenómeno curioso. Suceso extraño. Anormal... De muy difícil producción. Pero que, muy de vez en vez, tiene lugar.

–La misma causa provoca, en limitados casos, la formación de siluetas luminosas, de líneas alargadas, fáciles de confundir con cometas... aun para un rudimentario cosmógrafo de media ) dos del siglo XVI.

Para esta hipótesis de trabajo donde todo parece ajustar tan bien, existe un pero, una traba. Bastante difícil de salvar.

Preguntémonos: ¿qué posibilidad hay de que las condiciones atmosféricas se repitan con exactitud, cada amanecer, durante siete días consecutivos causando con regularidad las mismas formaciones? ¡Ciertamente que ninguna! ¿Qué decir de la ubicación del Sol que surge desde un punto cercano, pero distinto, al de donde lo hizo el día anterior? Es imposible sostener que las condiciones climáticas se mantuvieran imperturbables durante una semana.

La respuesta, entonces, debe ser otra.

3°) OVNIS: ¡Sólo esta posibilidad satisface nuestros deseos de una repuesta lógica y razonable! Enrico Martínez habla de dos objetos, de dos lunas dice, muy luminosas, color sangre; es decir rojas... ¿Cuántas veces hemos escuchado descripciones de ovnis sanguinolentos con forma de globo, redondos (ya que sin duda es esto lo que quiere significarse al utilizar el término lunas)?

Estos objetos cambiaban de coloración. Ora los describe blancos, ora bermejos, ora de tonos sangre. Igual sucede con los ovnis: varían sus tonalidades.

Queda por explicar el problema de las reiteradas apariciones –durante siete días- Mas no hay dificultad para hacerlo. Los ovnílogos sabemos que son muchas las ocasiones en que suceden oleadas (en las más diversas regiones del globo) durante las cuales los vehículos extraterrestres dirigidos son vistos durante una, dos y hasta tres semanas sobre la misma zona y en horarios repetitivos.

Algo similar estuvo sucediendo durante los últimos días de setiembre y comienzos de octubre de 1976 (vuélvase a leer 1976) en las cercanías de la localidad de Tacuarembó (República Oriental del Uruguay) donde todas las noches se observaba el paso de extraños aparatos luminosos moviéndose en la atmósfera, a baja altura.

Tal fue la frecuencia de las apariciones, que periodistas del diario El Día (que se edita en Montevideo) pudieron obtener – al trasladarse a Tacuarembó – dos fotografías de un ovni al que describieron como “una luz roja desplazándose horizontalmente sobre la tierra”. Resulta claro, entonces, que las apariciones continuas, durante varios días seguidos, no son un fenómeno nuevo, ni tampoco cosa de excepción.

A mi juicio esto se debe a que se hallan investigando alguna característica especial de la región. Algo así como cuando una expedición científica se traslada a una parte del globo para hacer investigaciones profundas. Igual estaría sucediendo con las misiones que llegan desde otros planetas.

En el caso acontecido en 1553 tenemos algunas cosas que sorprenden.

Estamos hablando de una región cercana a la Cordillera de los Andes. Potosí. En Bolivia. Muy cerca de la enigmática y todavía no bien estudiada Tiahauanaco, de la famosa y controvertida Puerta del Sol. A pocos kilómetros al sur de la llanura de Nazca, donde yacen – ndescifrables– enormes geoglifos sólo observables desde cierta altitud cuando se sobrevuela el lugar. ¡Justamente es allí donde los españoles observan tan extraña danza cósmica! La aparición de ovnis durante una semana consecutiva.

Moviéndose a baja altura. Pareciendo situarse sobre el Cerro de Potosí. ¿Habrían erigido allí una base extraterrestre?

Recuerdo que en mis viajes por la Quebrada de Humahuaca, en Argentina, apenas al sur de Bolivia, recogí del pueblo coya (naturales de la región y descendientes directos de los originarios precolombinos) narraciones sobre lugares donde frecuentemente se ven salir de lo alto de los picos seminevados –o aterrizar en ellos– extraños objetos que parecen moverse de manera inteligente.

Vehículos extraterrestres dirigidos, me digo sin vacilar. Hasta hoy han sido varias las expediciones que partieron con el fin de investigar más sobre esto y volvieron, al parecer, sin obtener resultados definitorios. La Cordillera es inmensa. Tiene mil vericuetos. Sólo quienes hemos intentado recorrer siquiera una mínima parte de ella sabemos lo que es el infierno aquel: desolado, árido, sin sombras, con mediodías de 45º y 50° C y noches de - 20° C. Y nunca se acaba. Un monte tras otro. Un cielo inmensamente limpio que no conoce de poluciones. Donde las estrellas parecen estar tan bajas que con levantar un brazo y cerrar la mano se las podría agarrar...

Allí, tanto de día como de noche, dicen los coyas que observan el paso de objetos raros. ¿Serán los mismos que observó aquel conmovido grupo de conquistadores entre el 13 y el 20 de enero de 1553?

Antonio Las Heras es autor del libro OVNIS, LOS DOCUMENTOS SECRETOS DE LOS ASTRONAUTAS (Ediciones Grupo Argentinidad.) e mail: [email protected]

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