En un nuevo aniversario de la primera aparición pública del filosófo y polìtico conocido como Silo, Antonio Las Heras señala la vigencia de su pensamiento humanista.
Mario Rodríguez Cobos (más conocido usualmente por el seudónimo Silo) ha sido un notable y relevante filósofo argentino del siglo XX cuya obra alcanzó interés en todo el mundo. Empero, es muy poco conocido en sí mismo.
Este intelectual, nació en Mendoza el 6 de enero de 1938 y desencarnó, en su residencia situada en Chacras de Coria (también provincia de Mendoza) el 16 de setiembre de 2.010
El 4 de mayo de 1969 realizó su primera aparición pública. Fue en la localidad mendocina de Punta de Vacas, en el faldeo de la Cordillera de los Andes. Históricamente se lo considera el acto fundacional de la corriente de pensamiento conocida como “siloismo”.
Tuve la oportunidad de compartir muchas horas con él, tanto en los cafés como en su hogar y también en las oficinas situadas en la ciudad de Mendoza. Silo siempre tenía tiempo para compartir con quién él llamaba “mis amigos.” Es más, había logrado conseguir tener todo el tiempo necesario –de lunes a lunes– para dedicarlo a la obra en que estaba empeñado. Que era difundir una forma de comprender la condición humana.
Por eso es que, conociéndolo y habiendo conversado en profundidad, no vacilo en afirmar que se trató, ante todo y en esencia, de un filósofo. Un pensador de tiempo completo que buscaba, además de la comprensión cabal de lo humano, entender cuáles son las disposiciones del Universo sin –para ello– apelar a ideas religiosas ni ceñirse a lo ajustado de la Ciencia.
Mario Rodríguez Cobos estaba dispuesto a ir más allá de ambas ambigüedades. Perseguía una tercera opción. Estaba seguro que esa terceridad existía y que, en la antigüedad, los sabios habían tenido en cuenta esto. En este sentido encuentro una interesante coincidencia con el filósofo Miguel Herrera Figueroa (fundador y primer rector de la Universidad Argentina John F. Kennedy) quien trabajó el concepto de triversitarismo. Lo que implica atravesar el espacio de es esto o aquello (uno de dos) para enfrentarse al horizonte de una opción más.
Cuando las opciones son dos, hay tensión y desarmonía. Lo armónico (aquello que favorece la evolución) implica confluencia de fuerzas. Para lograr disponer de todo su tiempo, Rodríguez Cobos tomó la decisión de vender los viñedos que había heredado y con lo obtenido poder cubrir sus gastos y los de la familia (su esposa y dos hijos.) Ya aquí advertimos una conducta singular, que lo define.
Era de lecturas cotidianas, inquieto en nuevos aprendizajes y necesidad de estar actualizado en los acontecimientos tanto sociales como políticos y científicos. Puede decirse de él que hizo propio la frase de Publio Terencio (siglo II a. J.) “nada de lo humano me es ajeno ”.
Recuerdo cuando me sorprendió –en una de las reuniones realizadas en su oficina– con una voluminosa carpeta de experimentos sobre psicotrónica realizados por investigadores rusos. Psicotrónica es el término utilizado por los soviéticos para referirse a la Parapsicología. Rodríguez Cobos no sólo estudiaba sobre esto, sino que estaba convencido –así me lo expresó personalmente– que en la condición humana está ese factor que provoca fenómenos extrasensoriales y psikinéticos; pero que lo que hemos denominado “proceso civilizatorio” los fue inhibiendo hasta hacerlos muy poco frecuentes.
La búsqueda de Silo hacía hincapié en que el humano se convirtiera en alguien capaz de desplegar –de manera activa y útil– todas las capacidades que alberga.
Tal vez por esto, el diario español “El País” se refirió a él – tras su fallecimiento – como "fundador de una filosofía que llegó a reunir a un millón de seguidores en más de 100 países" y "un personaje extraño para Occidente, pero no lo hubiese sido de haber nacido en Oriente. Pregonaba un cambio espiritual y social a la vez para la refundación de la “nación humana-".
Entre aspectos relevantes de cómo su obra fue difundiéndose en el mundo, recordemos que el 6 de octubre de 1993, la Academia de Ciencias de Rusia lo distinguió con el doctorado honoris causa. Con motivo del 20º aniversario de la caída del muro de Berlín, se realizó una Cumbre de los Premios Nobel de la Paz, los días 10 y 11 de noviembre de 2009. Uno de quienes fueron especialmente invitados fue Rodríguez Cobos, quien se refirió a "el significado de la Paz y la No- violencia en el momento actual y la Marcha Mundial".
Silo considera a la persona humana capacitada para crear su propia historia, sin que existan condicionamientos. Lo explica en este fragmento incluido en “Cuarta carta a mis amigos”, donde escribe:
“El hombre es el ser histórico, cuyo modo de acción social transforma a su propia naturaleza. Si admito lo anterior, habré de aceptar que ese ser puede transformar intencionalmente su constitución física. Y así está ocurriendo. Comenzó con la utilización de instrumentos que puestos adelante de su cuerpo como “prótesis” externas le permitieron alargar su mano, perfeccionar sus sentidos y aumentar su fuerza y calidad de trabajo. Naturalmente no estaba dotado para los medios líquido y aéreo y sin embargo creó condiciones para desplazarse en ellos, hasta comenzar a emigrar de su medio natural, el planeta Tierra. Hoy, además, está internándose en su propio cuerpo cambiando sus órganos; interviniendo en su química cerebral; fecundando in vitro y manipulando sus genes. Si con la idea de “naturaleza” se ha querido señalar lo permanente, tal idea es hoy inadecuada aún si se la quiere aplicar a lo más objetal del ser humano es decir, a su cuerpo. Y en lo que hace a una “moral natural”, a un “derecho natural”, o a “instituciones naturales” encontramos, opuestamente, que en ese campo todo es histórico-social y nada allí existe “por naturaleza´".
De acuerdo a cómo han estado sucediéndose los acontecimientos en la Humanidad puede afirmarse que las reflexiones de Rodríguez Cobos van siendo constatadas cada vez más. Lo que nos queda “por naturaleza” pasa a un rango insignificante en cualquier aspecto que se analice.
En los últimos tiempos, este filósofo comenzó a utilizar una frase que es excelente definición para comprender su pensamiento esencial. Es la siguiente:
“Si el sentido de la vida fuera la muerte, ¿qué sentido tendría la vida?". Lo que permite afirmar su convencimiento de que eso que se ha designado como “vida” (definición que exigirá más de un debate, por cierto) encuentra algún modo de continuidad después de lo que normalmente llamamos “ muerte” (término que también requiere una búsqueda de definición).
Y esa es la causa por la que, al iniciar este trabajo, utilicé el término “desencarnar” al poner la fecha en que –pronto hará 15 años– Mario Rodríguez Cobos dejó este plano. Desencarnó. Ya no siguió utilizando su cuerpo. Pero su existir –y en este concepto ese existir sigue siendo continuidad de lo humano– permanece. Tal vez asimilado a lo que solemos llamar lo infinito.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y magister en Psicoanálisis; filósofo e historiador. www.antoniolasheras.com