-¿Cuánto hace que no hablas con Diego?

-Muchísimo tiempo. Hace ya unos cuantos años que no hablo con él. No me acuerdo exactamente cuando fue la última vez, pero Diego estaba en el exterior.

Diego, naturalmente es Maradona. Y el propietario de la respuesta es César Luis Menotti. Así arrancó el ida y vuelta con el entrenador campeón del mundo. El foco de la charla fue conocer algo más de Menotti relacionado con Maradona. Y su mirada se detuvo en el fútbol colosal de Diego y también en otros perfiles.

-¿Cómo ves ahora a la distancia esos primeros encuentros que mantuviste con Diego?

-Siempre supe que clase de jugador era. Siempre. Por eso lo hice debutar en la Selección mayor cuando todavía andaba por los 16 años, en aquel partido en la cancha de Boca frente a Hungría en febrero del 77. Diego, con muy pocos partidos en Primera, ya pintaba para hacer todo lo que hizo después. Y lo más importante es que lo hizo.

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-Pero cuando tuviste que dar la lista definitiva no lo incluiste en el plantel para el Mundial del 78. ¿Esa decisión que tomaste hoy cómo la evalúas?

-Futbolísticamente hice lo que interpreté que tenía que hacer. Ahora, en el plano afectivo, por supuesto que me dolió muchísimo dejarlo afuera del plantel. Pero sabía que Diego tenía otros mundiales por delante, como después ocurrió. También dejé afuera a Bottaniz y a Bravo. Pero ellos no iban a tener otra chance de estar en un Mundial. Y quizás todavía fue más doloroso. La realidad es que la función de Maradona yo la tenía muy cubierta con Valencia, Villa, Beto Alonso, Larrosa e incluso Kempes. Eran los jugadores y el equipo que ya tenía en la cabeza para ganar el Mundial. A Diego, por otra parte, le sobraba tiempo.

-No te lo perdonó nunca, sin embargo cuando le preguntan que elija a un técnico te menciona a vos en primer lugar.

-Es así. Es que compartimos muchos años. Cientos de entrenamientos. Y muchísimas charlas en la Selección juvenil que terminó con la consagración en el 79 en Japón, en la Selección mayor y en el Barcelona. Yo lo conozco, sé como es. Y él también me conoce bien a mí. Su aporte al fútbol siempre fue extraordinario, maravilloso. Imposible olvidar el nivel que mostró en el Barça cuando yo estuve ahí. Porque a pesar de la fractura que sufrió y de la hepatitis, cuando jugó la rompió.

-Vos debes saber que muchos no comparten que Maradona la descosió en el Barça.

-Les aconsejo que miren los videos. Que miren los terribles golazos que hizo. Y eso que le pegaban con un ferocidad increíble. Porque fue víctima de la violencia que imperaba en el fútbol de aquellos años. Donde no había contemplaciones. Te salían a pegar y te pegaban con todo. Diego lo sufrió jugando contra los vascos con esa fractura que le produjo Goikoetxea, a quien después dirigí cuando estuve en el Atlético Madrid. Apenas llegué al club él quiso hablar conmigo y me dijo que se arrepentía de lo que le había provocado a Diego. Que no había tenido la intención de romperlo. Y le comenté que jugar de la manera que lo hacía él en el Bilbao con Javier Clemente de entrenador, era como ir con una Ferrari a 250 kilómetros por hora sin respetar nada y luego lamentarse de un choque que dejaba un tendal de muertos. Creo que lo entendió.

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-Alfredo Di Stéfano fue quizás la primera síntesis del jugador total. ¿Maradona atrapa esa clasificación?

-Sí, claro. Diego, como Pelé, Di Stéfano y Cruyff, también fue un jugador total. Estaba donde lo necesitaba el equipo. El siempre quiso ayudar al equipo. Ayudar al entrenador. En cualquier sector de la cancha y en cualquier circunstancia. Tenía un enorme compromiso. Y una solidaridad absoluta con sus compañeros. Por eso lo querían tanto. Una vez en Barcelona le dije que si quería ayudarme fuera el primero en llegar a las prácticas y el último en irse. Y lo hizo. En otra oportunidad yo había elogiado al alemán Bernd Schuster, compañero de él en ese Barça. Diego escuchó esos elogios y me dijo que él también podía hacer lo que realizaba Schuster. Estaba atento a todo. No se perdía nada. Y además siempre contó con un amor propio fenomenal.

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-¿En qué advertías ese amor propio?

-En todo. En su fortaleza anímica y física. En su capacidad para superar adversidades de cualquier tipo. En su entereza para jugar y enfrentarse a jugadores violentos que no lo podían frenar si no le hacían mil infracciones. Diego nunca rehuyó a nada. Nunca le escapó a las grandes dificultades del fútbol. Estuvo ahí. En primera fila. En las buenas y en las malas.

-Hablando de las malas, ¿por qué crees que en el Mundial de España 82 no jugó en función de la enorme expectativa que había generado su presencia?

-Porque lo que hicieron algunos adversarios con él fue una verdadera cacería. Una vergonzosa cacería. En especial, aquella Italia de Enzo Bearzot. Lo de Italia fue de una violencia sistematizada. Salieron a cortarlo sin reparar en nada. En las condiciones actuales en que se juega al fútbol, Italia se habría quedado con cinco jugadores menos. La marca que le hizo Gentile fue escandalosa. Y no lo expulsaron. Y creo que de última lo amonestaron. Frente a Brasil no fue lo mismo, pero igual le pegaron, lo bajaron, lo tomaron de la camiseta, le hicieron un penalazo no sancionado y no me quedan dudas que faltó por parte de Julio Grondona una mirada más rigurosa respecto a los arbitrajes, porque hasta la prensa italiana antes del partido me recomendaba que estuviera muy atento con los jueces porque ellos los conocían muy bien. Maradona sufrió esos arbitrajes. Y como dije antes, padeció una cacería salvaje.

-En el 86, a Diego no lo pudo frenar nadie jugando a un nivel excepcional. La pregunta es simple: ¿fue más decisivo e influyente Maradona en México 86 que Pelé en México 70?

-Sí, fue más determinante y decisivo Maradona para Argentina en el 86 que Pelé para Brasil en el 70. Pelé en el 70 jugo un gran fútbol, pero no era el mismo Pelé de los 22 o de los 25 años. Ya estaba ahí nomás de los 30 años. Y tenía unas compañías brillantes como Carlos Alberto, Wilson Piazza, Clodoaldo, Jairzinho, Gerson, Tostao, Rivelino. Diego estaba rodeado de buenos jugadores, pero no contaba con el nivel de respaldos que tenía Pelé.

-¿Qué le faltó a Maradona futbolísticamente?

-¿Qué le faltò? Nada. No le faltó nada. Si hasta cabeceaba bien.

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-¿Entonces en que lo superaba Pelé?

-Es que Pelé físicamente era un superdotado. En ese sentido fue insuperable. Y además tenía un aguante impresionante. Podía jugar con una pierna menos, como lo vi en un partido del Santos contra el Napoli. La derecha, que era su pierna más hábil ni la apoyaba por un esguince. Y ganó el partido con la zurda. Le pegaban y respondía. Te metía un pase de pecho de diez metros. Y cabeceando no paraba de elevarse. Por eso Pelé fue Pelé.

-¿Y Diego?

-Mirá, si hubiera tenido una vida más tranquila y más normal, Diego podría haber seguido jugando en gran forma hasta los 40 años. Lo que me reconforta es que ahora como entrenador volvió a una cancha de fútbol. Y regresó a la Argentina. Y por otro lado, veo que él continúa conservando algo muy especial.

-¿Qué es?

-Cuando entra a una cancha y está cerca de una pelota, es como si el fútbol se dejara llevar por otra dimensión.

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