Otra vez, la barrabrava de Nueva Chicago fue noticia por la violencia, ya que después de perder el partido en Mataderos 3-2 con Almagro, por el torneo de la Primera Nacional, los hinchas intentaron meterse en el vestuario local para increpar a sus jugadores y chocaron con los efectivos de la Policía de la Ciudad.
Según se informó, hubo once barras detenidos y quince oficiales policiales resultaron heridos, que tuvieron que recibir asistencia médica y doce de ellos fueron derivados a distintos hospitales.
Tras la finalización del partido, un grupo de barras atacó a los policías que estaban apostados en el cruce de Justo Suárez y Andalgalá. Allí, se reforzó la seguridad con grupos especiales para impedir que los hinchas pudieran acceder al estadio.
Algunos de los barras subieron a un micro que fue interceptado luego por la Policía de la Ciudad cuando cruzaban hacia la localidad bonaerense de La Tablada.
En total, fueron detenidos once hinchas de Chicago y quince oficiales terminaron con heridas, por lo que doce de ellos fueron derivados a distintos nosocomios: seis al Hospital Santojanni, tres al Álvarez y tres al Grierson.
Interviene en el caso, la Fiscalía de Flagrancia Sur, a cargo del doctor Brunet, Secretaría Única del doctor Otamendi.
El Torito de Mataderos está inmerso en una gran crisis futbolística e institucional y ayer no pudo sostener la victoria 2-0 ante Almagro, con el que terminó perdiendo 3-2, por la trigésima tercera fecha del torneo de la Primera Nacional.
De esta manera, Chicago sigue penando en la zona baja, con 16 partidos sin triunfos y la pobre campaña derivó en el repudio de los hinchas sobre los jugadores y dirigentes.
Fue claramente un tiempo para cada uno, el Torito jugó muy bien en el primero y sacó la diferencia con una jugada desafortunada de Valdez y una trepada ofensiva de Enzo Lettieri.
Otro equipo pareció salir en la segunda etapa, ya que se dejó superar por un Almagro que mostró una mejor imagen y se lo dio vuelta de modo increíble con un doblete de Tomás Conechny y un gol agónico de Nicolás Servetto.
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