Cada 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, impulsado por la FAO desde 1979. La fecha busca concientizar sobre el hambre, la seguridad alimentaria y la urgencia de construir sistemas más justos que aseguren una nutrición adecuada para todos.

El Día Mundial de la Alimentación se conmemora cada 16 de octubre desde 1979, cuando la FAO lo estableció para llamar la atención sobre los problemas del hambre y la desnutrición. Su propósito es claro: garantizar el derecho universal a una alimentación adecuada y promover la cooperación internacional para alcanzarlo.

“La fecha no es una efeméride más” señala la licenciada en Nutrición Laura Salzman (M.P. 4.435). ”Es una invitación a revisar cómo producimos, distribuimos y consumimos alimentos. La seguridad alimentaria no se logra en soledad; se construye con solidaridad, organización y políticas públicas que prioricen la vida.”

Hambre y desigualdad, una paradoja argentina

La inseguridad alimentaria sigue siendo una realidad crítica. En la Argentina, el aumento de la pobreza y la pérdida de poder adquisitivo golpean con fuerza en los hogares. “La paradoja es evidente: crece la producción, pero también el hambre”, advierte Salzman, presidenta del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.

El problema, explica, no radica en la falta de alimentos, sino en la dificultad para acceder a ellos. “Las cifras esconden historias reales: mesas vacías, derechos vulnerados y familias que hacen lo imposible para llegar. No es un problema individual, sino estructural. El hambre es consecuencia de desigualdades que se profundizan.”

La malnutrición se agrava cuando los ultraprocesados baratos reemplazan a los alimentos frescos, cada vez más costosos. “No alcanza con producir más, hay que garantizar calidad y acceso. Comer bien no debería ser un privilegio, sino un derecho humano básico”, remarca Salzman.

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También advierte sobre el impacto de las decisiones políticas: “Cuando se reducen programas sociales o se flexibiliza el etiquetado frontal, se limita la posibilidad de elegir con información. La desinformación también es una forma de inseguridad alimentaria.”

Desde el Colegio de Nutricionistas bonaerense remarcan que garantizar una alimentación sana y sostenible exige un compromiso conjunto entre el Estado, las instituciones y la sociedad. “El futuro alimentario se construye con presencia estatal, con controles que cuidan y con profesionales comprometidos en cada territorio. Comer bien no es un lujo: es una responsabilidad colectiva”, concluye Salzman.

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