L a vuelta olímpica con la copa por el ascenso a la B Nacional, en manos de Daniel “Trapito” Vega, fue el pico de la emoción de una jornada muy particular, en donde el Calamar festejó sus 113 años de una manera muy especial, homenajeando no solamente al plantel que hace unos días le dio la alegría de volver a la B Nacional, después de doce años, sino también a quienes le habían dado esa misma alegría en 2006 a los que se sumaron otras viejas glorias del club. Y, seguramente desde una estrella del cielo, el Polaco Roberto Goyeneche habrá sonreído feliz, cantando con su garganta de arena.
Mientras tanto, los hinchas que se pegaron la vuelta por el “Ciudad de Vicente López”, disfrutaron de un partido muy especial en donde el actual plantel campeón le ganó por 3 a 1 al que fue campeón en el 2006 que se interrumpió allá por los 20’ del segundo tiempo, cuando los integrantes del actual equipo que estaban en el banco de los suplentes, invadió el terreno.
De todos modos, en los cincuenta minutos que duró el partido, los Calamares que estuvieron más en su tinta que nunca, “volvieron a vivir” con los cierres de Banegas, las atajadas del cordobés Serrano (“Platense me cambió la vida. Tuve cinco años maravillosos, aquí conocí a mi esposa. Le agradezco a todos los que me invitaron. Yo estoy comprometido siento que tengo sangre marrón” expresó), la calidad intacta de Juan Amador Sánchez (“Platense representa mucho en mi vida. Me dio un lugar y viví los mejores momentos de mi carrera” señaló), los piques de Darío Scotto, la pelada llena de sapiencia de Pablo Casado y sobre todo, la presencia del máximo anotador de la historia Calamar Daniel “Trapito” Vega, que integró los dos planteles y que jugó un rato para cada uno, los refuerzos de aquel equipo campeón hace más de diez años.
Fue Trapito Vega no solamente el más ovacionado, sino también el que más le puso “color y calor” a la tarde de Vicente López. Primero, intentando dejar expuesto a Serrano, pero definiendo mal. Y luego “fabricando” un penal que fue sancionado por Ricardo Sugliani, un ex árbitro con el corazón marrón y cediéndole el balón, en la ejecución, a Lovera, para que éste definiera ante las risas de todos los presentes y marcando el único gol del elenco perdedor.
Claro que hubo un rato en donde los protagonistas se lo tomaron un poco más en serio. Fue esa primera media hora que terminó con el 2 a 0 parcial favorable a los actuales campeones, luego de un tanto de Gallegos, desde media distancia, uno de Olivares, de emboquillada y de la definición de Curuchet con tiro cruzado. Pero fue lo de menos, la que ganó fue la emoción.