Para llorar, aplaudir y reir.
Una gestión de Dalma permitió que Diego ponga unos coros en la canción del grupo de música tropical. Su participación no se destaca, e incluso el tema le queda bastante alto. Pero se lo ve enérgico, feliz, con una remera blanca que lo muestra como iluminado. Diego, acá, le canta al fútbol.
Con Lucía y Joaquín, Maradona se luce. Diego se cruzó con los hermanos Galán cuando ambos estaban en los mejores momentos de sus carreras. Pimpinela, con una popularidad absoluta; y Diego haciendo magia en Nápoli. Grabaron "Querida amiga", interesante versión de un clásico del dúo. El campeón del Mundo acompaña, y se muestra compenetrado. Lindo.
Diego conducía "La Noche del 10". Estaba bárbaro, probablemente en uno de sus mejores momentos. Tenía un gran objetivo: recuperar a Claudia, su gran amor. En una de esas maniobras, la sorprendió con una interpretación de "Voy a olvidarme de mí", hitazo de Carlos Vives. La letra lo describe perfecto: un tipo que tuvo todo, cumplió todos sus sueños, pero no le alcanza si el amor de su vida no lo acompaña.
La rompió. Se ganó las lágrimas de Nancy Duplaá —que estaba de invitada— y varias miradas cómplices de Claudia. El video, editado con imágenes de ellos, es una joya. Para ver con el pañuelo al lado.
La escena se dio en un programa fugaz. Se llamaba "La verdad de la Milanesa", lo conducía Antonio Gasalla. Diego estaba con el pelo largo, probablemente en su última etapa en el Napoli. Esa noche, con el maestro sentado en un piano de cola, Maradona la rompió. Como en México, como en Italia. Agarró el micrófono con una soltura digna de Gardel, envidiable incluso para el Polaco Goyeneche.
Diego sentía la letra de Yiso: el chico de barrio al que lo convocan para jugar en primera, que sueña con ser futbolista. Es tal la compenetración con la canción que se anima a cambiarle la letra. En lugar de decir "seré un Baldonero, un Martino, un Boyé", suspira: "Seré un Maradona, un Kempes, Olguín". Una joyita, impresionante.
La más emotiva de todas, lejos. No se destaca por la claridad de su garganta. Es una suma de variables la que la ponen como la mejor pieza de todas las canciones que canta Maradona. Es en un cumpleaños cuando estaba en recuperación por su adicción, mientras Kusturica filmaba "Maradona por Kusturica".
En el festejo había una superbanda: los Ratones Paranoicos, con Andrés Ciro Martínez y Chucky de Ípola. Todos juntos arriba del escenario. Y Diego se animó a cantar "La mano de Dios", él mejor tema que le escribieron, a su propio entender. La canta en primera persona: "A poco que debuté", "regué de gloria este suelo", "por no venderme jamás, al poder enfrenté", "en un potrero forjé una zurda inmortal".
Cuando estalla el estribillo aparece el descontrol. Juan Palomino y Adrián Suar se suben al escenario a abrazarlo como nenes, como si fueran dos ignotos, dos admiradores más.
A sus gloriosos pies, lo miran Claudia, Dalma y Gianinna. Ninguna puede esconder su emoción. Diego les pide a sus hijas que suban al escenario con él. Lo miran con la misma cara que un nene mira a su mamá que quiere darle un beso a la salida de la escuela. Pero suben, porque es papá, y papá está feliz. Lo abrazan y juntos, con varios exjugadores atrás de ellos, cantan "olé, olé, olé, Diego, Diego".
La canción más fuerte de todas, en un contexto más que emocionante.