El actor Alfredo Alcón fue despedido en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, recinto donde fueron veladas otras figuras indispensables de la cultura popular como Ariel Ramírez, Sandro o Mercedes Sosa.
Icono de la dramaturgia universal, apegado a los clásicos pero a la vez cercano al gusto popular, Alcón, fallecido en la mañana del viernes a los 84 años, fue velado en el Congreso en una ceremonia que, aun pública, tuvo un perfil discreto a pedido de los familiares del actor.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner; el vicepresidente Amado Boudou; el secretario de Cultura de la Nación Jorge Coscia; la titular de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto; el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, enviaron coronas alusivas.
También lo hicieron el titular de la Cámara de Diputados Julián Domínguez; el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi; y el titular del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Telerman.
El velatorio del actor comenzó a las 15 en el Salón de Pasos Perdidos, donde se habilitó un sigiloso pero permanente ingreso del público conmovido por el deceso del actor, que dejó atrás un inmenso legado y una dilatada trayectoria.
El ambiente artístico, especialmente el teatral, estuvo presente a través de Norma Aleandro, Mirtha Legrand, Susú Pecoraro, Adrián Suar, Fabián Vena; Joaquín Furriel, Graciela Borges, Antonio Gasalla, Mariano Martínez, Nicolás Cabré, Marco Antonio Caponi, Alejandro Vanelli, María Onetto, Nito Artaza, Peto Menahem, Juan Gil Navarro, Santiago Doria, entre tantos más.
La capilla ardiente montada en el Congreso Nacional permaneció abierta hasta las 24 y reabrió sus puertas a las 8 de la mañana de este sábado. A partir de las 10 partirá el cortejo fúnebre que depositará sus restos en el Panteón de Actores del Cementerio de la Chacarita, previa escala en el Teatro San Martín, al que el actor fue asociado durante toda su carrera por la gran cantidad de obras que allí interpretaba.
Sobre el féretro del Alcón reposaba un guardapolvo del sindicato docente (Ctera), que rezaba: "Maestro de la vida'; y un ejemplar de MacBeth, un clásico de William Shakesperare caro a la vida y obra de Alcón.