El hombre con trastornos psiquiátricos de la serie de Canal 9 destaca a la directora Albertina Carri, que acerca la calidad del cine a la TV. “Me llaman la atención aquellos que intentan romper moldes como ella”, dice.
Sus personajes nunca pasan desapercibidos. No cualquier actor tiene esa virtud de lograr que los televidentes o espectadores recuerden a través del tiempo los rasgos de sus composiciones. Fabián Vena lo consigue. ¿Quién no recuerda al malévolo Mauricio Doval de Resistiré? ¿Y quién no se ha conmovido ante alguna escena de Gustavo Iturrioz, el personaje que interpreta actualmente en 23 Pares -Canal 9-, por mencionar sólo dos de los numerosos ejemplos? En este último caso, encarna a Gustavo Iturrioz, un hombre con un trastorno psiquiátrico que se expresa en una obsesión compulsiva por la genealogía de las familias reales europeas.

Es que Fabián Vena transita la actuación como un desafío constante, donde la idea es poner a prueba los límites, construir personajes diferentes cada vez, lejos de las estigmatizaciones y de los encasillamientos. Eso se lo enseñó la vida. Porque él se formó en el teatro pero se hizo conocido con un éxito televisivo como La Banda del Golden Rocket. Pero también pasó de la televisión “frívola” al teatro más serio y viceversa, siempre con soltura y logrando desorientar hasta acomodarse en un lugar de amplitud y diversidad.

“La actuación es una disciplina alucinante para mi vida. Y si no vivís, después tampoco tenés nada para transmitir a través de tus personajes. Es un ida y vuelta constante que tengo con el trabajo que me ayuda a vivir y que sin duda la vida es la que me nutre para poder hacer el laburo que hago”, dice el actor de 23 Pares, ficción dirigida por Albertina Carri, que protagoniza junto a Erica Rivas y María Onetto, y donde se relata la historia de tres hermanos que heredan un laboratorio de análisis genéticos a través del cual se van sucediendo situaciones que tienen que ver con la identidad de alguna u otra manera.

¿Qué fue lo que más te atrajo de 23 pares?

-En principio Albertina Carri -la directora- que es una de las cineastas más importantes que tenemos en la actualidad. Su cine es absolutamente único (dirigió Los Rubios, La Rabia, etc.). Yo no sé cuántos hombres son capaces de mostrar en imágenes lo que ella muestra. No por una cuestión de género, simplemente por una cuestión del coraje relacionado siempre con la hombría y no con la mujer. Me llaman la atención aquellas personas que intentan romper moldes y arriesgarse a cosas nuevas. Y que una cineasta se quiera acercar al mundo de la televisión ya me parece de por sí admirable, sabiendo todos los códigos que ellos rompen para acercarse a la televisión y todo lo que gana la televisión con el acercamiento de ellos. Así que me parecía que tenía mucho más para perder que para ganar.

¿Y creés que perdió o que al final ganó?

-Creo que ganamos todos, porque el tratamiento que tiene 23 Pares es el acercamiento del cine al de la buena televisión. O mejor dicho, a la televisión de las buenas miniseries. Yo soy fanático de las miniseries que se hacen en los Estados Unidos, donde todo es altamente creativo y donde autores, directores e incluso muchos actores se están dedicando a hacer miniseries porque saben que en el cine ya no hay más historias buenas para contar ni grandes personajes. Esta corriente arranca con Los Soprano, donde ves una calidad de relato, una calidad de actuación y un desparpajo a la hora de contar la realidad con crudeza y sin hipocresía. Y de las últimas, soy fanático de Breaking Bad o de Damages con Glenn Close, una serie extraordinaria con una narrativa novedosa donde lo que te relatan siempre es de un nivel de crítica muy profundo.

¿Qué paralelismo encontrás entre esas series y 23 Pares?

-Es evidente que hay un mundo creativo en donde todavía hay mucho por explorar y lo bueno de esta iniciativa del INCAA para con las miniseries ha sido fabulosa porque permite la entrada a la televisión de gente tan grossa como Albertina y de miniseries con grandes historias.

La serie aborda el tema de la genética, ¿qué pensás al respecto?

-Considero que por supuesto sería estúpido negar la ciencia y darnos cuenta que a través de la genética que han podido dilucidar cosas muy importantes como cuestiones de identidades, pero también siento es muchísimo más importante cómo nos crían, la cultura, el ámbito, la educación, el amor y la familia que nos rodea.

La ciencia tiende a buscar el gen de la gordura, el gen de la locura. ¿Creés que hay un reduccionismo en eso?

-Claro, y tampoco te dicen que si hacés pranayama (ejercicios respiratorios del yoga) y yoga te curás de todo.

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