En uno de esos cruces dichosos que tiene la música, la noche del último sábado juntó a dos bandas que vienen marcando un sello personal y cosechando cada más adeptos. El lugar para llevar adelante este marco fue el histórico Salón Pueyrredón (blanco constante de una política que intenta derribar espacios donde, además de tomar cerveza y ver bandas, se va a pensar, leer poesía o conseguir discos, entre otras cosas).
El evento dio su inicio con una selección de música hecha por “El gamba”, guitarrista de Fútbol, y algunos de los vinilos que sonaron fueron: Ramones, AC/ DC, V8, Manal, Ratones Paranoicos o Sex Pistols. Un poco después de las 2 AM, la música de las bandejas empezó a bajar para dar lugar a los primeros golpes de tambor y a las guitarras que empezaban a calentar las cuerdas para ponerse a tiro antes de tocar.
Con un telón todavía cerrado, pero con los músicos ya listos, se escucha la voz del “Doma” (vocalista del Perrodiablo), que autoriza la largada. “¡Go!” y el estallido se desata. Lo que suena es un tándem de guitarras potentes, acompañadas por una base solida entre batería y bajo, para dar la apertura con la canción No Califica. El singular frontman de la banda platense, enmascarado con una careta algo similar a la de la película La piel que habito de Almodóvar, con un baile a lo Mick Jagger pero poseído, canta Ganas de cambiar algo/ ganas de hacer mierda todo/ sí tras capas y capas de maquillaje/ esconden los caretas, disfraz y camuflaje/ Y eso no califica/ Y eso no califica acá/ No me interesa saber cómo se toca el rock de los chicos bien.
En la jerga futbolera se diría que el Doma se comió la cancha. Usó todos los espacios posibles del escenario, bailó y tiró del cable del micrófono para meterse entre la gente del público y hacerlos cantar a los gritos Dejá en paz el látigo por un rato cuando fue el turno de la canción Pacto de No agresión, perteneciente al disco Cacería. En medio de ese furor colectivo se amagó un pequeño pogo. Dos o tres empezaron con los saltos, hasta que la montaña de empujones formó un torbellino que se congenió con la fuerza que transmite este grupo platense. Una ideología sonora transparente que no se guarda nada y que, como dejan en claro en su página de facebook, pregona “La revolución del mundo de cada individuo. Tocar rocanrol. Tener química”
Sobre el final del show con la distorsión en alza y con un público gozoso por lo que estaba escuchando, llegó el ritual del oh oh oh a coro de cancha. El Salón terminó en llamas cuando sonaron los acordes de Algo sobre estar vivo de ese disco con portada de calaveras y un fondo que parece remitir a un bosque lovecraftiano, llamado El Espíritu. En síntesis El Perrodiablo le dejó el escenario caliente al trío Fútbol, que promediando las tres y media de la madrugada largó un show de canciones exquisitas.
El trío característico del underground integrado por Federico Terranova (violín), Juan Pablo Gambarini (guitarra) y Santiago Douton (batería y voz), potenciado por un violín que le hace los arreglos melódicos a las canciones y una base de guitarra que funciona como los graves de un bajo, dieron el presente cargado de temas que revisitaron algunos de sus discos como La Gallina y su último trabajo de estudio Favio. La formación no convencional de esta banda que ha sido motivo de notas en varios medios alternativos y del mainstream, dejó en claro que sus logros a lo largo de los años fueron estrictamente fruto de la autogestión y la paciencia de un trabajo que fue gestando otra forma de contar la música.
Con letras que ilustran crónicas de una vida cotidiana y bases rápidas para agitar la cabeza, hicieron que la gente coree con gran fuerza la canción Hombre topo. Con el brazo en alto se aunaron para gritar: él, no va a trabajar/ no va a trabajar/ no va a trabajar/ baja por Alem/ duerme en el andén/ hombre topo/ hombre topo. Otro de los temas representativos que se oyeron de este último disco, que lleva en la portada al cineasta argentino, fue La Montaña. Una canción que se inicia con un violín que va preparando el terreno para un detonante que dice: vivo en la montaña/ y no puedo bajar/ vivo en la montaña ese maldito lugar/ yo vivo en la montaña/ sin luz/ sin luz/ buscando el firmamento azul/ en la montaña.
Los tres en el escenario sin dar respiro. Terranova y Gambarini con un pañuelo atado a sus frentes y un Douton con la precisión justa, llevando el éxtasis de la noche sin dosificar nada. Una jornada a la que no le faltó nada. Dos bandas que se juntaron en calidad de canciones y potencia para hacerle frente a un sábado lluvioso. El resultado es probable que no se pueda terminar de captar del todo a través de palabras, ni tampoco con poner los discos o ver videos por You Tube. Tanto Fútbol como El Perrodiablo, logran esa necesidad de tener que verlos en vivo. Algo para nada menor en tiempos de click y relaciones de pantallas.
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