"Hacía actuaciones kamikazes en las que corría peligro mi vida: irme a una taberna vasca como 'el mago español'", prosiguió:
También se metió con los manifestantes franquistas del 20N :
Admitió que se reía de los yonkis, quienes no sabían que él era uno de ellos, y que tenía entre 80 y 120 actuaciones al año por toda España, con las que ganaba entre 3.000 y 7.000 euros al mes. "Tenía cientos de amigos, cierta fama, mucho dinero y, además, creo que era bueno actuando", añadió.
"Pero un demonio se cruzó en mi camino y me lo arrebató todo", contó al referirse a su adicción a la cocaína. "Recuerdo todo mí pasado como con niebla, en blanco y negro", "llegué a ser el número uno, pero no como cómico, sino como adicto",
"llegué a esnifar 7 gramos en cuatro horas; es decir 56 rayas", fueron algunas de sus confesiones.
Biosca comentó que los primeros años le fue fácil ocultar su adicción, por su fuerte físico y estado atlético. "Cada vez que me despertaba me juraba y perjuraba que nunca más volvería a meterme. Pero al llegar la noche el demonio me poseía y tenía que salir a comprar".
Luego reconoció que cometió el error de comenzar a actuar drogado y actualizado: "Mi espectáculo dejó de ser para todos los públicos para convertirse en un show brutal y absolutamente punki-hardcore".
"Es curioso hacer reír a la gente cuando tú estás completamente deprimido", admitió, luego de contar sus fracasos en los diferentes centro de rehabilitación por los que pasó. "Cuando tomé conciencia de mi propia muerte experimenté una liberación tan grande que puedo decir que fue uno de los momentos más felices de mi vida. Morirme era mi mayor ilusión. Acabar con todo cuanto antes", prosigue el descarnado relato.
Había más:
"Me diagnosticaron una grave enfermedad tiroidea y me llevé una alegría inmensa. Me dijeron que no tocase la cocaína bajo ningún concepto ya que tenía riesgo de infarto y de colapso total. Pero eso no me frenó, al contrario, me motivó a drogarme y destrozarme mucho más".
Sobre el final, reveló su fórmula para dejar la cocaína: "Pues cayéndome y volviéndome a levantar, cayéndome y volviéndome a levantar, cayéndome y volviéndome a levantar… habiendo descendido a los infiernos".
"¿Por qué no hago público mi problema para tratar de ayudar a otras personas que estén en mi misma situación?", contó que se preguntó. Y entonces comenzó a dar charlas para ayudar a los adictos y a escribir "un libro de autoayuda, información y superación".
Se mudó a Perú y experimentó con las terapias de ayahuasca, con grandes resultados. "Mi adicción ha merecido la pena ya que estoy ayudando a gente que está viviendo la situación por la que pasé yo", concluyó.
Para leer la historia completa, con fotos y más videos, click
acá.