Hace 35 años se produjo el que seguramente fue el primer mega recital de rock en Argentina: “Adiós Sui Generis”, la despedida del grupo liderado por Charly García y Nito Mestre en el estadio porteño Luna Park que significó un hito fundante para la institucionalización del rock en la cultura argentina. La sorprendente convocatoria que generó la disolución del dúo y que acabó reuniendo a cerca de 30.000 espectadores y motorizando la edición de un álbum y un film que retrataron aspectos de esa larga noche con dos funciones, marcaron un acontecimiento esencial para demostrar la relevancia del rock en la música local. Las canciones sencillas e inoxidables urdidas por el temprano genio de García y expresadas por la personal voz de Mestre consiguieron potenciar un movimiento musical que venía batallando por las márgenes de la escena. El camino de Sui Generis se inició en 1972 con “Vida” (1972) donde a piano, flauta y voz, la pareja registró obras que han trascendido al tiempo como Canción para mi muerte, Necesito, Mariel y el Capitán, Quizás por qué y Cuando comenzamos a nacer, todo un repertorio que sumó nuevos y jóvenes adeptos a un género volcado a lo eléctrico. Ya con el más elaborado Confesiones de invierno (publicado un año después y conteniendo, además del tema que le da título, otras fuertes presencias por Cuando ya me empiece a quedar solo, Bienvenidos al tren, Rasguña las piedras, Aprendizaje, Mr. Jones… y Tribulaciones, lamento y ocaso de un tonto rey imaginario, o no), Charly y Nito afianzaron su presencia y ganaron en consideración. En un recorrido vertiginoso que exhibió la inquietud de quien luego armaría La Máquina de Hacer Pájaros y Seru Girán, hacia 1974 el dúo devino en cuarteto eléctrico con los ingresos de Rinaldo Rafanelli (bajo) y Juan Rodríguez (batería) y sacudió su propia estética para plasmar Pequeñas anécdotas sobre las instituciones.
Las causas del final
El riesgo musical y líricas más duras, testimoniales y oscuras como las que se apreciaron en la censurada Las botas locas, Las increíbles aventuras del Señor Tijeras, Para quién canto yo entonces y Pequeñas delicias de la vida conyugal, menguaron el suceso y agrietaron el vínculo entre los dos fundadores de Sui. En ese camino sin retorno el cuarto disco programado iba a titularse Ha Sido y sería básicamente instrumental, pero esas diferencias estéticas, el trajín acumulado y la feroz presencia de la censura precipitaron el final. Aunque las temporadas más explosivas de Sui Generis habían ocurrido en un tiempo que parecía lejano para con el frenético panorama musical y social de entonces, la convocatoria a saludar el final del grupo se convirtió en un suceso impactante que sorprendió a los propios artistas. Con un equipo de luces cedido por el grupo chileno Los Jaivas, Sui Generis tuvo su noche más increíble en un Adiós Sui Generis que, afortunadamente, fue fielmente documentada por un álbum doble y también por el film de Bebe Kamín que se estrenó un año más tarde en cines locales.

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