En su mirada carga la condena que él mismo se impuso: la tristeza perpetua. Está cansado de vivir, cansado de matar. Pero el dolor nunca es una razón válida para correrse de su camino. Y tampoco lo es el amor que encuentra en los brazos de una maestra rural. La sangre no se lava y los cadáveres no perdonan a Isidoro Mendoza, el personaje que compone Lautaro Delgado Tymruk en Pistolero (2019). En diálogo con POPULAR, el actor cuenta cómo elaboró este personaje inspirado en el mito del bandido rural Isidro Velázquez.
POPULAR: Tu personaje recuerda a los protagonistas de los western crepusculares. ¿Tomaste como referencia algún actor en particular?
Lautaro Delgado Tymruk: No mire a nadie en particular. Pero sí, tiene algo de esos arquetípicos de los westerns. Uno habla del género, y se le aparece la imagen de Clint Eastwood. Incluso cuando sus películas no son westerns, uno siente que él tiene ese arquetipo.
P: Sí esa cosa de un hombre que no puede escaparse del camino sangriento que eligió
LDT: Sí, tiene eso que nunca sabés si se va a redimir o no. Y además conlleva la dureza y la rudeza propias del género. Además está esa cuestión de jugarse la vida en cada asalto, la sensación que cualquiera de sus acciones puede ser la última. Cada persona muerta es un peso en él. Definitivamente no lo toma como algo lúdico. Esas ausencias, esos fantasmas lo atormentan. Y él quiere sacarse todo eso de encima, quiere correrse de un camino. Pero no puede.
P: En algunos pasajes, Isidoro parece liberarse un poco de su melancolía. Esos momentos son cuando se reencuentra con su hermano Claudio, el personaje interpretado por Sergio “Maravilla” Martínez. ¿Cómo fue laburar con él?
LDT: Más allá de su popularidad y el hecho de ser un gran deportista, Sergio Maravilla es un tipo muy sabio. Sabía que iba a ser importante trabajar con él, una experiencia que me iba a modificar. Fuera de cámara, charlamos mucho sobre la vida, la familia y el deporte. Yo entreno boxeo hace un tiempo en el Almagro Boxing club que es una escuela profesional. La verdad que me encantó compartir todo con él.
P: ¿Ese conocimiento de su profesión también los hizo conectar de otra manera?
LDT: El boxeo tiene mucho que ver con la actuación: la perseverancia, la tenacidad, no bajar los brazos. Entrenás duro, te exponés… la gente piensa que el actor trabaja solo cuando se filma, lo mismo pasa con los boxeadores. Una vez mi profesor de boxeo, Fernando Albelo, me dijo la gente piensa que los boxeadores son vagos, piensan que nos pagan cuando subimos al ring. No ven todo la preparación y el esfuerzo que conlleva, todo eso que no es pago. Lo mismo pasa con los actores.
P: ¿Qué te sucedió cuando llegaste a rodar a Lavalle, Mendoza? ¿Afectó de alguna manera la llanura cuyana a tu interpretación?
LDT: El entorno potenció el laburo, hay algo del espacio que te modifica el comportamiento. Uno no es igual en una comisaría, un hospital, un velorio o un cumpleaños. El entorno y la gente te modifica el comportamiento. También lo hace el vestuario, andar a caballo, usar un arma, todo. Siempre trato de tomar todo eso a favor. En este caso incorporé eso para componer alguien que tiene cierta calma, que se aleja del léxico porteño.
P: Uno siente que se tiene que respetar la cuota de pantalla estipulada para que estas películas puedan encontrar a su público. ¿Cuál es tu expectativa antes del estreno?
LDT: Se tiene que respetar la ley de salas. En cada estreno me siento a decir lo mismo y no puedo creer cómo todavía eso no se modificó. Es triste. Esperemos que cambie. Nosotros vivimos de eso, queremos vivir de lo que amamos.
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