Acaba de terminar una conferencia para Rexona y regresa a su programa en Vorterix. Mario Pergolini no para un minuto aunque siempre bajo la premisa del perfil bajo. Alejado de la televisión, de la gran exposición, comparte su empuje, creatividad y sagacidad desde la radio y la empresa que supo montar en Colegiales.
Vorterix es hoy el proyecto que lo apasiona. Se fundó el 1º de enero del año pasado y está pensada de una manera diferente a las radios habituales. Transmite en la frecuencia 103.1, pero además trabaja en conjunto con un teatro donde se hacen recitales y diferentes actividades relacionadas con el rock y con un sitio web donde se transmiten los programas y diferentes conciertes de Argentina y el mundo.
Aplomado, reflexiona sobre su presente y pasado bajo la lupa más sincera que encontró: la suya. Un Mario Pergolini distinto, o no tanto...
¿Cómo estás hoy?
-Realmente mal, gracias por preguntar (risas). Mi presente es muy vertiginoso, con más trabajo del que pensé. A veces me siento un poco sobrepasado pero, a lo mejor, por la etapa en la vida en donde me toca. Intento tener un compromiso real con mi familia, estoy con mis hijos, a partir de cierta hora no trabajo, no hay casi nada de sábados o domingos que me pueda hacer trabajar y al tener una empresa tan grande como lo que se ha convertido Vorterix, tiene una demanda de la que ya me había olvidado un poco. Dejé Cuatro Cabezas con casi cuatrocientos empleados y llega un momento en que te relajás de todo eso. Volver a tener empleados en distintos rubros, involucrarme mucho tecnológicamente, hacer el programa, lograr que la radio funcione a pesar de mi cara, creo que se va logrando aunque, tal vez, un poco más despacio de lo que me gustaría.
Lo importante es que se está logrando, ¿no?
-Había perdido un poco de entusiasmo, llamo crisis de cuarentón, que podía hacer para sentirme pleno y que no sea las cosas normales de los hombres que es que se van con una veinticinco.
Igual, si te querías ir con una de veinticinco nadie te lo podía prohibir...
-¡No, ni en pedo! No tendría ni de que hablar, le diría que vaya con uno de su edad y vuelvo con mi señora. Cada vez es más difícil encontrar entusiasmo. Yo solucioné una parte de mi vida que para los trabajadores es una preocupación, el dinero. No tengo que preocuparme por mañana llevar el pan a casa y puedo pensar más o tomar otro tipo de riesgos, los asumo y pego el volantazo. Me pude haber quedado haciendo un programa pero no quise hacer eso, hoy es una buena etapa de mi vida.
¿Que estés en vísperas de los cincuenta te genera algún resquemor?
-¡No, me chu... un huevo! Tiene mucho que ver el tipo de música en que nos movemos, el ambiente, el hecho de trabajar con empleados sectariamente muy chicos, el rock sigue siendo parte de mi vida y salvo cierta burguesía que adquirí con el tiempo, puedo estar de la forma que se me antoja y eso te mantiene, la edad no es ni siquiera una referencia, es solo experiencia.
¿Qué conservás del adolescente rebelde?
-Cuando tenía ese mote, a los veintipico llegando a los treinta, uno parecía rebelde con lo que estaba establecido en ese momento, los programas de televisión que intentaba hacer eran oposición un poco a lo masivo que había en ese momento, de ahí que parecía un Boca/River y eso lo he perdido bastante. Hoy entiendo más el negocio, de alguna forma soy menos competitivo aunque si se pueden callar todas las radios, estaría buenísimo.
¿Estás más dócil?
-Me movía muy bien en la confrontación pero ya me es incómodo. Igual, prefiero hacer cosas distintas a lo que está sucediendo. Mi amor por la tecnología o como ella y la comunicación se pueden combinar me hacen estar todo el tiempo un poco con el culo inquieto, en ese sentido tengo esa cosa rebelde. En lo que se entendía que yo era, el pelo largo, el discurso, cierto pedanterismo que se reflejaba sobre todo cuando hacíamos Caiga (Quien Caiga), lo dejé en la historia que hice en los medios y no soy exactamente así.
¿En los últimos años recuperaste tiempo perdido con la familia?
-Tengo una gran compañera hace veintitrés años donde eso ha sido prioridad absoluta, incluso el cuidarla a ella y a la familia. Salvo fotos muy tomadas de lejos, nadie tiene una declaración de mi mujer, ella es una prestigiosa profesional que le va muy bien sin usar mi apellido, que tiene vida propia. Mis hijos se educaron por fuera de todo este sistema y por lo expuesto que estuve en los medios, no es lo común. Mi familia es lo real, el ABC de mi vida, no hay negocio ahí.
Te llevo al terreno futbolero: ¿Estás preocupado porque la Bombonera puede tener otra sede?
-La verdad es que hoy y a esta altura de mi vida sólo me preocupo por realidades.
¿Es cierto que los hombres pueden cambiar de trabajo, profesión, mujer pero nunca de cuadro de fútbol?
-¡Claro! Es inentendible como que haya hijos que sean de otro club contrario al de uno. Uno puede cambiar de todo, incluso de sexo, pero nuca de cuadro de fútbol.
Cambiar de sexo no va a ser tu caso: ¿No?
-¡Nunca digas nunca! No quiero que esto quede y dentro de veinte años busquen el diario y aparezco yo con tetas. Volviendo al deporte, los hijos tienen que ser del cuadro del padre. Voy a la cancha porque disfruto del ir con ellos si no, creo ni siquiera pensaría en ir.