El actor reconoce que extraña a María del Mar y comenta que se deben una charla profunda. Dice que superó la etapa en que prefería evitar el contacto con la gente y reconoce: “Siempre fui muy espiritual y a nadie le cerraba lo del brote místico, pero ¡paso!”

Los últimos meses de Matías Alé (38) no fueron sencillos. Un brote psicótico lo llevó a estar cuarenta y tres días internado en una clínica de rehabilitación y seguir un severo tratamiento pos clínica. Hoy, recuperado y con ansias de seguir adelante, está al frente de la conducción de Galería 630, en las madrugadas de Radio Rivadavia, junto a Claudia Jorge y Teto Medina.

"Con los especialistas, la psicóloga y la psiquiatra, a la que voy una vez por mes, estamos empezando a ver por qué me pasó lo que me pasó. Durante el verano, con la psicóloga y la psiquiatra lo que hacíamos era apagar incendios. Todos los días aparecía una noticia nueva y trabajábamos sobre lo que iba saliendo. Pero todavía no nos pudimos sentar a ver qué es lo que pasó", detalló Alé.

El actor aseguró que los espcialistas "saben que fue un brote psicótico" que "pudo derivar en un ACV, parálisis, paro cardíaco"

"Valoro la cantidad de gente que ha rezado por mi, que me escribe por Twitter. A la clínica me mandaron rosarios, me regalaron rosarios, de la Virgen de Salta, de Tucumán, de Corrientes, de todos lados. Estando en plena internación, Daniel Gómez Rinaldi, sin tener una conexión de nada de afuera, me llegaron dos bolsitas con chocolate y con ropa", contó.

"Cuando estás así, lo más pequeño se transforma en inmenso", se sinceró Matías

l ¿Te gustaría volver a tener una charla cara a cara con María Del Mar, reencontrarte con ella?

-Creo que en algún momento va a pasar. Nos lo debemos y se va a dar. Fue todo tan rápido lo que nos pasó que fue un tsunami que nos arrolló a los dos. Creo que no hay que forzarlo, se va a dar. Cada vez que pasan los días, me doy cuenta de que el tiempo y la vida misma va acomodando todo en su lugar. Hace dos meses,cuando fui a Córdoba a visitar a María para el Día de los Enamorados, tenía un importante grado de confusión personal. No sabía si iba a poder salir, dar una nota, no podía manejar. Mis amigos que me llevaban hasta el psicólogo, me tenían que esperar. Mis amigos no estaban convencidos de que viaje pero en ese momento se los pregunté a los médicos y tenía ganas de ir a ver a María. Hoy, meses después, verme entero, contento, volviendo a recuperar mi alegría, con un montón de proyectos, no puedo creer que pasen tantas cosas.

l ¿Extrañás a María?

-Sí, extraño a María. Extraño muchos momentos hermosos que vivimos durante casi un año, que lo hubiésemos cumplido el 9 de abril. Extraño a María en un montón de sentidos. Viajamos mucho, nos fuimos a Punta del Este varias veces, estuvimos en Tulún, México. Yo me casé con María para toda la vida, enamorado. Había ido a hacer el pre nupcial, fui a la iglesia, estaba armando mi fiesta de casamiento para el 4 de diciembre. Y en el medio me agarró el brote, una enfermedad que me podría haber roto una pierna pero no, se me rompieron unos cablecitos en el cerebro, en la cabeza, que hicieron que pase lo que pasó. Qué ganas de volver el tiempo atrás para que no me pase lo que me pasó y hoy estar parado en otro lugar. Tal vez, hoy estaría casado, conviviendo, con proyectos. En el verano, teníamos pensado con María, buscar ser padres. Mi realidad cambió absolutamente. Pero hoy estoy feliz de mi realidad.

l ¿Le tenés respeto al contacto con la gente o ya pudiste superar ese miedo?

-Superé la etapa y me quede con la gente en donde sea. Me quedo escuchando lo que la gente me dice. Y no hay uno que no me pregunto como estoy de salud. El otro día estacioné en Palermo y el señor que me atendió se puso a llorar. No me quiso cobrar y me dijo que rezó por mi y que esperaba para verme. En los peajes, no me cobran y me dicen que me mejore, que soy un ejemplo para todos. Me habían diagnosticado más de un año de pos internación, que me prepare porque el tratamiento iba a ser largo y yo pude, salí. Un amigo me mandaba todos los días frases y la canción de Rocky. Me levantaba, ponía Rocky, y me iba a nadar, a andar en bicicleta.

l -¿A qué otras cosas te aferraste para salir adelante?

-A mis ganas de volver, de pisar un escenario. De volver a trabajar, de volver a ser yo, libre e independiente. Tenía que estar todo el tiempo con alguien, acompañado, que me hizo muy bien. Cuando se fue María, las primeras noches no me animaba a dormir solo. Mi mejor amigo dejaba a su hija durmiendo en su casa y se venía a la mía, y con eso me sentía seguro. Siempre fui muy espiritual y a nadie le cerraban los cálculos cuando se habló de brote místico. ¡Pasó! Como cuando me pasó lo de la rodilla, que le pasa a una persona en un millón, me pasó. Ahora estoy super bien, incluso físicamente.

l Estás más delgado, ¿no?

-Si, bajé casi nueve kilos. Eso fue por estrés, por todo lo que viví. Y, por suerte... Porque todos los medicamentos que tomé tienen tendencia a hacerte engordar. Pero todo lo traumático que viví no comía durante el verano. No tenía hambre, no podía comer. Me sentaba en la mesa, a comer con mi familia, y comía un pedacito de pescado, un pedacito de pollo. Hoy duermo bien, como un bebé. Y como sano, aprovechando para mantenerme en peso porque es una elección. Empecé a entrenar para colaborar en que mi cuerpo siga reaccionando porque estuvo mucho tiempo parado. Incluso, estoy saliendo a correr, caminando, yendo al gimnasio. Todo sin forzarme, todo tiene que ser natural, porque quiero hacerlo, no porque nadie me lo imponga.

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