"La serie no es un estudio biográfico sobre Oesterheld sino que habla de la maravilla que provoca el acto creativo de un talento", cuenta Solá desde España.
Solá dice que con este protagónico "me hago cargo de recordarles, a todos, desde una pantalla, que hubo un señor, considerado entre los cinco mejores guionistas de la historia del mundo de la historieta, que nació, vivió y creó en Argentina; y que, desaparecido físicamente, sin tumba que lo recuerde, nos plantea el interrogante del valor de los actos en vida".
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Héctor Oesterheld, como
Salvador Massa (el del Mal de Chagas), que también me tocó en suerte interpretar (en el filme
Casas de Fuego", de
Juan Bautista Stagnaro), son preguntas para las que esta sociedad no tiene respuesta. Su rebelión ante la impasividad, la indiferencia, la falta de vergüenza, la injusticia que ataca al no mediocre, son mis temas", resalta.
Desde
España, el artista, de 62 años y larga trayectoria, destaca las características y vicisitudes que tuvieron que pasar durante el rodaje. "Sin darnos cuenta
recorrimos juntos los impedimentos que Oesterheld padeció en sus últimos años, esos que se imponían a través de una pregunta: "¿Alguien dará aire a este montón de talentos hablando de un talento?".
La miniserie, surgida del
plan de Fomento TDA, completa su elenco con Ezequiel Tronconi, Claudio Rissi, Paula Reca, Enzo Ordeig, Walter Cornás, Javier Pedersoli, Gustavo Pardi, Gabriel Fernández, Rubén Poncetta y Beatriz Spelzini, tiene guión de Luciano Saracino, está dirigida por Cristian Bernard, Flavio Nardini y Federico Sosa y su producción es de Carlos Silva y Roberta Estela Sánchez.
Entre la Argentina y España, el intérprete
ostenta una intensa y reconocida trayectoria de más de cuatro décadas haciendo teatro, televisión y cine, protagonizando filmes como No Habrá más Penas ni Olvido, El Exilio de Gardel, Sur, "Una Sombra ya Pronto Serás y Asesinato en el Senado de la Nación, además de obras teatrales entre las que destacan El Diario Privado de Adán y Eva, Camino Negro, El Hombre Elefante y Por el Placer de Volver a Verla.
¿Cómo vive su regreso a la TV argentina? -Feliz, porque creo, tras haberlo hecho -y ahora visto-, que es un trabajo valioso de todos y cada uno de los que intervinimos en el juego de revivir a Germán, aunque más no sea por 13 noches.
¿De qué modo fue generando su vuelta como actor al país? -No hay ningún misterio; necesitaba mucho trabajar y tuve la suerte de ser convocado cuando el agua me llegaba al cuello. Venía de un naufragio anímico, y el trabajo que me ofrecieron acá y el amor de una chiquilina increíble (por la actriz española Paula Cancio, de 28 años) me salvaron del glú, glú, glú...
¿Cómo avista las realidades sociales que atraviesan España y la Argentina?-No es buena política exasperar a la gente común, desorientarla, hacerla sufrir. En eso están gobiernos y oposiciones. En definitiva: entre bueyes no hay cornadas, pero la gente necesita creer y la están descerebrando con manipulaciones sin fin y con los peores símbolos de la mala fe que se levantan como banderas que siempre han podrido todo. Si no se dejan de robar y de tapar a los ladrones, no va a quedar esperanza alguna. La esperanza nace en el creer, aunque no se tengan pruebas palpables de que algo va a cambiar. Pero tienen, los gobiernos, la oportunidad única de decir y hacer verdadera la esperanza, de ir dando forma a eso que no la tiene ni tendrá mientras los sustente la mentira.
Un actor que tuvo sus idas y vueltas, pero que marcó la escena local y que ahora vuelve a trabajar y en este caso en la TV Pública.
¿Qué sensaciones le ha generado el reencuentro con la escena local?
-Y... a mí me apasionan los creadores argentinos. No descansan, no se rinden, no se rompen, siguen, siguen... Pese a las diferencias que pueda haber entre ellos, yo, mirándolos, sé que son realmente fuera de serie. Ojalá no se cansen nunca.
¿Qué proyectos laborales tiene para este año? -Seguir con Como por un Tubo aquí, en su segundo año en España. Con El Veneno del Teatro, luego. Dirigir El Diario de Adán y Eva. Y hacia fin de año viajar a la Argentina para dirigir Los Mosqueteros, de Manuel González Gil.
Más allá de la vuelta a la actuación, de la necesidad imperiosa de trabajar y de reconstruir una vida que por diferentes motivos se le hacía cuesta arriba,
Miguel Angel Solá está disfrutando de una nueva chance de ser padre. Paula Cancio, su pareja, está embarazada y él será papá a los 62 años y por tercera vez.
¿Cómo vivencia el hecho de volver a ser padre? -Con mucho miedo a ser demasiado viejo y se asuste al verme cuando nazca, o piense que soy su abuelito antes de saber hablar o caminar. Pero muy feliz por esta pirueta de la vida que me invita a multiplicarme en un tiempo en el que pensaba poder reposar tranquilo. De todos modos no me daba el cuero para poder reposar. Su madre es hermosa, ¿por qué se enamoró de mí?, no hay que hacerse demasiadas preguntas, pero ¡¿qué bien para mí, no?!