La disconformidad puede ser el primer paso para avanzar. Y en una España en la que el pueblo empezó a manifestarse, Nacho Vegas sintió que sus canciones debían servir como un catalizador de las luchas colectivas. Dejando atrás los relatos tóxicos con los que cautivó a la prensa especializada, sus composiciones hicieron explícito su compromiso político. Así pasó de cantar versos como “opto por encogerme y desaparecer” a “no encuentro más solución que ser una más entre las voces rotas que en cada derrota rompe aún más la voz”. Del nihilismo al activismo.
En Violética (2018), su último disco, el músico volvió a mostrar su faceta combativa sin perder la prosa que lo caracteriza ni el sentido del humor (negro). De esta manera con letras anticapitalistas y antipatriarcales, el asturiano resignifica viejas luchas y detecta nuevos oponentes. Entre otras historias, quienes lo escuchen van a conmoverse con la adaptación de un poema de los hermanos Manolo y Aurelio Caxigal, dos maquis antifranquistas, y una crónica desgarradora de cómo funcionan los CIE (Centros de Internamiento de Extranjeros). Para charlar sobre estas cuestiones y otras tantas, Nacho le concedió la siguiente entrevista a POPULAR.
-Esto puede sonar vanidoso, pero arranco con una anécdota personal. Hace algunos años, usé una frase tuya para frenar una serie de maltratos. "Tengo educación, pero no es infinita", le dije a mi jefe. ¿Cómo se siente ser un artista que atraviesa a los oyentes?
Es extraño, y claro que es halagador. Es bonito ver cómo las canciones afectan a la gente. Yo siempre creí que una vez que las escribes ya dejan de pertenecerte y pertenecen al público. Así hay tantas canciones como oyentes puede haber. Y tienen un recorrido insospechado. Pero no siento que sea responsable. La música tiene este poder de proyectarse desde lo particular hacia lo universal. Hay experiencias que son comunes a mucha gente y cada uno las lee en claves diferentes.
-Eso es algo que me sorprende, porque muchas veces tus canciones hablan de Gijón
Sí, menciono lugares muy concretos de la ciudad en la que vivo. Cuando saqué "Resituación" (2014), un grupo de seguidores de México me propuso hacer un video colectivo a base de escenas de gente y conflictos sociales. Aportaron imágenes de España y Latinoamérica, cada uno sentía que "Ciudad Vampira" era su propia ciudad.
-Me pasa. A veces percibo a Buenos Aires como esa ciudad vampira. Y siento que esa tristeza descrita se agigantó durante el gobierno de Macri
Cuando toqué mis "canciones populistas" en La Plata, la gente decía "maten a Macri" o "muerte a Macri". Pero estaba todo bastante reciente. En cambio, cuando volví el año pasado para cosas estrictamente promocionales, sí noté la tristeza. Justo habían echado a cuatro mil personas de la radio-televisión pública y otros miles de despidos en empresas privadas. Ahora mismo sé que muchos medios están cerrando y la gente está muy jodida.
-Lo que muchos sentimos es que no aprendimos nada, se volvió a optar por políticas neoliberales
Es lo que nos pasó durante muchos años con el bipartidismo, el PP y el PSOE. Unos decían que eran de derecha y otros de izquierda, pero en la práctica los dos aplicaban las mismas políticas neoliberales. Eran sólo gestos. No sé si el kirchnerismo fue un gobierno de gestos o si hubo nacionalizaciones, cosas de izquierdas. Creo que debería haber una alternativa real a esas dos opciones que manejan. En España se rompió un poco el bipartidismo con Podemos, pero tampoco es que haya roto para bien porque acaba de ingresar el fascismo al parlamento y eso no sucedía desde el franquismo. Es una vergüenza.
-Tu transformación en un artista que prioriza lo colectivo, ¿se debió en parte a lo que generó en la sociedad el movimiento de los indignados?
En la etapa de "La Zona Sucia" (2011), viví una crisis. Estaba en mi mejor momento, pero sentía que el indie era un camino cada vez más estrecho que no llevaba a ninguna parte. Sentía mucha desafección. Los festivales que vi cómo crecían ya eran macro-eventos híper-mercantilizados. En los grupos no había compañerismo y si había asociacionismo no contaba con los músicos. La situación era penosa. El 15 M hizo que estallara y cambiara el clima social. A mí que siempre me importó el compromiso político, eso se coló de forma explícita en mis canciones. Tomé partido por causas y muchos amigos me abrieron lugar en circuitos sociales.
-Leí que en algunas de tus canciones se "reivindica la infelicidad". Eso me hizo acordar a cuando en Psicosis (Psycho, 1960), un cliente de la inmobiliaria en la que trabaja Marion (Janet Leigh) dice algo como “no se puede comprar la felicidad, pero sí sobornar a la infelicidad". ¿Apuntás contra ese mecanismo?
Qué bueno para citarla. No la recuerdo y eso que la vi mil veces. Tenemos derecho a reconocer nuestra infelicidad para combatirla. El capitalismo intenta controlar nuestro estado de ánimo. Hace poco leí un ensayo en que no sé cuál empresa trasnacional realizaba un estudio para ver cuántos miles de millones le costaba la infelicidad de los trabajadores. Un estudio para aplicar esas técnicas motivacionales, de neuro-liderazgo, coaching y ese tipo de chorradas…
-¿Nos restringen hasta la libertad de sufrir?
Si la vida fuera armoniosa del todo, no existirían las canciones. Tener consciencia, tener emociones y estar gobernados por nuestras pasiones hace que la vida tenga picos. Y a las canciones las necesitamos porque hablan de esos momentos. Hablan de ellos para demostrarnos que si algo que nos duele, es porque estamos vivos y hay una razón para seguir luchando. Por eso creo que tenemos derecho a la infelicidad en contracorriente de todo eso que nos vende el sistema hegemónico cuando entras a un shopping, o vas a un festival de música, tienen un montón de píldoras que te impelen a estar feliz, satisfecho. Eso es tomar nuestra infelicidad y barrerla debajo de la alfombra. Y no es que reivindique la infelicidad, no creo que sea bonita. Lo que reivindico es el hecho de poder hablar de ella sin pudor. Es mirarla a la cara y poder combatirla.
-Has dicho que en tus recitales hay cada vez más jóvenes y menos personas de tu generación. Puede sonar como un lugar común, ¿pero creés que en cierto momento el capitalismo agota la voluntad de lucha?
Lo de los jóvenes es una percepción que tengo. Marisa, mi compañera (NdeR: una especie de manager a quien suelen confundir con su pareja), me dice que no es así. Yo quiero poner las entradas más baratas para que el público más joven, los estudiantes, la puedan pagar. Si subes la entrada, haces un sesgo de clase. Creo que voy ganado esa discusión (se ríe). Pero, sobre el tema, a los 40, cuando formas una familia, ya no sales por la noche. Te descuelgas un poco.
-El inevitable paso del tiempo...
Es cierto que también me he posicionado políticamente y hay gente de mi edad que me dice algo así como "vuelve a drogarte". En la escena indie no hay posicionamiento, hay consciencia crítica. Eso de “el banquero es malo porque deja a la gente en la calle”. Pero falta poner el dedo en la llaga. Lo hace poca gente y en la escena mainstream… ya ni te digo. Para mí cantar es posicionarte frente a la realidad. Siempre.
-En "Violética" se escuchan las voces de muchas mujeres. Además de “Maldigo del alto cielo”, un cover de Violeta Parra
De pequeño escuché canciones de Violeta Parra a través de Mercedes Sosa, su gran embajadora. Pero no la empecé a escuchar con intensidad hasta hace unos diez años. Christina Rosenvinge venía de hacer una gira por Chile y trajo unos cuantos discos. Lo escuchamos en un viaje que hicimos en coche y me sorprendió su voz áspera, sus ritmos sincopados. Ahí supe que había algo de todo eso que me iba a llegar. Y hace unos cinco años me imbuí hasta el fondo en su vida, en su obra más autoral y en su labor como folklorista. Ella tuvo esa misión de recuperar el folklore que realmente representara el sentir chileno y lo logró. Miró a esa tradición, pero también fue una artista de vanguardia.
-Siguiendo con la presencia femenina, en Argentina, como en otras partes del mundo, el feminismo es un movimiento realmente transformador. Vas a contemplar una ciudad repleta de pañuelos verdes
En mi última visita me di cuenta del movimiento tan fuerte que hay. Un poco a raíz de la ley del aborto, la cual es una pena que no haya salido pero es una cuestión de tiempo. Lo mismo sucedió en España con los últimos 8M. En un momento en el que las izquierdas nos preguntábamos por qué perdimos las calles y cómo hacíamos para recuperarlas, el feminismo llega y las desborda con jóvenes que tienen una perspectiva de clase muy clara y una vocación anticapitalista y antipatriarcado. Una doble lucha que a mí me emocionó mucho. Yo estuve ayudando en la retaguardia de las organizaciones sociales, apoyando a las compañeras que hacían piquetes. Demostraron que si de haber una vía rupturista, va a nacer desde el feminismo. Lamentablemente en España, los cinco candidatos fueron hombres y machos alfa para colmo.
-En tu caso, una cuestión interesante es que el compromiso no se limita a lo musical sino que salís a la calle
Hay que estar en la calle, tener los pies en el suelo. Es lo que pasa con gente como Andrés Calamaro, a quien adoro, pero, a veces, no comulgo con él y nos enfadamos. Él es alguien muy famoso y pareciera que habla desde su Atalaya.
-¿Hablás seguido con él?
Nos tenemos mucho cariño. En la escena indie de mi generación, Calamaro y Los Rodríguez no eran parte de lo cool. De repente salió "Honestidad Brutal", Rockdelux lo puso por las nubes y yo dije que me parecía buenísimo. Él me llamó y me dijo: "Fuiste el primer músico del indie en aceptarme". Pero era cuestión de tiempo para que cualquiera que hace música lo tenga como un imprescindible.
-Pero es imposible estar de acuerdo con algunas de sus opiniones
A veces nos distanciamos. Es tan taurino y yo antitaurino. Y en España sólo defienden las corridas de toro los partidos de derecha. Cuando prohibieron las corridas de toro en Cataluña, donde las consideran un símbolo del españolismo, Andrés se puso como una furia y dijo algo como "reniego de la progresía".
-Suele tener esa “honestidad brutal”
Luego nos enfadamos cuando dijo algo sobre la CUP, un partido minoritario que está metido en el parlamento de Cataluña y tiene mucha presencia en la calle. Su intención no es gobernar sino confluir con las instituciones y lo han logrado. Es un partido asambleario y anticapitalista en el que tengo muchos amigos y amigas. Él dijo: "son unos muertos de hambre que no han trabajado nunca en su vida". Ahí, yo le dije: "Maestro, lo siento. Pero de esto no tienes ni puta idea". Luego nos reconciliamos cuando le escribí no sé qué…
-Hace poco, dijo algo así como que las mujeres del rock eran prostitutas...
Sí, por el cupo en los festivales. Ahí sí que desbarrancó totalmente…
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